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Thursday, August 28, 2014

-ojos claros-

                         
-¿qué pasó con aquellos dos? -
Preguntó aquella niña, sabes, la que siempre llevaba una paleta en la boca y aquel listón que en los días felices era azul y en los demás rojo. Suspiró y descubrí que ella solo supo ver dos personas que se quisieron a odiar, el señor de los pantalones anchos y ojos tristes respondió:
- se quisieron tanto que se quedaron sin más que dar-
Pasaba por allí y aquellas palabras se quedaron resonando en mi cabeza, la niña se cambió el listón y sacó la chupeta de su boca, mientras tanto yo... yo pensé en nosotros y no, no había listón en el mundo que pudiera amarrar esos pensamientos. Quizá no seamos tan diferentes.

Hace algún tiempo conocí a un chico con ojos claros y profundos, jugábamos a ser amigos y después descubrí que en sus ojos se escondía un gran amor, por supuesto, cada vez que los veía él mentía pero de todas formas estábamos demasiado chicos para llamarle amor, sus ojos cambiaban de color como cambiaba su humor, en ocasiones tenía miedo de ser demasiado obvia cada vez que me perdía en ellos, pero después de él aprendí cómo mentir sosteniendo la mirada y  a encontrar en la de él lo que buscaba, con él aprendí lo mucho que puede llegar a decir una.

Después de aquel chico me juré que nunca confiaría en ojos claros, los ojos oscuros fueron mi debilidad y en ellos encontraba ese misterio que saciaba mi miedo, no quería toparme con alguien que supiera que estaba mintiendo y entonces te conocí a ti, tus ojos también eran claros y tuve miedo (tenía razón en tenerlo) pero tú jamás te diste cuenta del amor que los míos ocultaban, tampoco lo mucho que ellos te mentían.

Desde que lo conocí cada luna llena pido un deseo a esta, cada 5 lunas el deseo es que lo aleje y se lleve aquellos ojos que hicieron de mi vida estragos, pido con los míos llenos de lágrimas que lo lleve lejos, muy lejos de mí. Sí, jamás le confesé esto a nadie, tenía tanto miedo… la niña se dio cuenta de la lágrima que corría por mi mejilla y al notar que había escuchado la conversación me preguntó dudosa si alguna vez me habían amado hasta el punto de quedarse con nada, pensar en la respuesta solo me hizo llorar más, aclaré mi garganta y respondí tratando de sonreír -la verdad es que no-.

Desde entonces sigo pensando en aquellas flores que nunca llegaron, esa carta que nunca se escribió, las madrugadas de lágrimas versus los gemidos, las sonrisas y aquella colección de canciones que cada vez que me pediste que me marchara hablaban de ti. De nuevo me encontraba sumida en mis pensamientos y al levantar la mirada me encontré con esos ojos claros con los que aprendí a mentir, el chico se sentó a mi lado y pronunció las palabras de aquella carta que le habían dolido tanto, esa que nos cambió la vida “querida alguien (…) la verdad sigues siendo aquella niña asustada y solitaria” después continuó con sus propias palabras “que nunca se dejó amar” empecé a entender porque dolió tanto aquella carta que hace tres años escribí. Y desde entonces soy esa niña clavada en su mirada esperando que algún día retracte sus palabras o descubra que más que no dejarme amar fue el quien no quiso amarme.

Tengo un beso oculto en mi boca, en la comisura izquierda, esa que decías que ocultaba mi verdadera sonrisa, el día que aquel chico, ese de ojos a veces amarillos se de cuenta de mi amor, puede venir a tetirarlo, de todas formas, siempre ha sido suyo.

Thursday, August 21, 2014

-zorro domesticado-


Agosto 21: 421.

Aquella madrugada me resigne a pensar, posando mis ojos en la ventana a la espera de aquel sol radiante, mientras mi mente divagaba pensando en ti, en mí, en nosotros… a veces no sé siquiera si eso existe. Sabes, lo malo de las madrugadas es que no hay pensamientos lindos, no te quedas con la sonrisa con la que te vas a dormir después de trancar el teléfono y esbozar unas buenas noches, lo malo de las madrugadas desoladas es que hay dolor.

Cuando hay dolor los buenos momentos solo se recorren con nostalgia, cuando hay dolor la nostalgia no se aparece por mi cama, ella simplemente pasa de largo, cuando hay dolor las noches similares a estas me arropan en mi soledad, recordándome una y otra vez que esto solo es mi responsabilidad, que aquella noche, la que fue igual a esta, pude evitarme esta noche simplemente dejándote atrás, pero así como esa noche quizá sea esta y tal vez no lo haga y una vez más buscaré en mi blog aquel poema que no importa si lo escribí tres años atrás, se sentirá igual.

Sé que vivo de palabras y sé que quizás las mismas no sean siempre buenas, considero tal vez que esta carta duela, pero es la única forma de liberar este dolor, también sé que cuando estás triste o molesto las palabras simplemente salen porque pocas veces la felicidad puede ponerse en palabras, sobre todo porque es algo que no estamos muy acostumbrados a sentir, otro día quizá uno como ayer, pudiste preguntarme que es la felicidad y mi respuesta hubiera sido clara y sencilla, de esos monosílabos que sé que no te gustan pero creo que este te agradaría… qué es la felicidad –tú-

Me siento en mi cama y abro la ventana, sigue siendo oscuro y no consigo ver el asteroide B612, sé que es pequeño pero pensé que cuando las cosas eran significativas de alguna manera u otra conseguías verlas, te preguntarás por qué quiero encontrar un asteroide del que seguramente nunca has oído hablar, lo cierto es que esta carta –o como quiera que se pueda llamar- está siendo escrita con la esperanza de un zorro domesticado quien pasada las 4 sigue esperando a su dueño, lo sé, soy un zorro muy tonto pero solo eso soy y ya no sé cómo volver a lo de antes.

Aquella noche lluviosa de julio, no hubo perros, ni olvidos, ni una pregunta que nos mantuviera claros, tampoco hubo metáforas que alguno de los dos supiera interpretar, sin embargo, ambos siempre supimos de que hablábamos y sí, en el momento también nos hicimos los locos. Lo cierto es que aquella vez como hoy quizá nos encontramos al borde del precipicio, el problema no era que estuviéramos tan cerca, el problema fue todo lo que nos llevó ahí, si algún día te dedicaras a leer entre líneas te dieras cuenta que a veces no quiero lanzarme pero necesito ver al menos una vez al mes la forma en la cual tus ojos me gritan que me quede porque son las únicas palabras que llenan que obtengo de ti, sí también sé eso, quizá siempre leas entre líneas pero sea otra de las cosas por las cual te haces el loco, mas, me gusta pensar que no lo has descubierto, déjame por hoy fantasear con la idea. ¿Te has preguntado si algún día será diferente? Tal vez tus ojos ya no me convenzan, tu mano llegue demasiado tarde, mis pies estén hartos de ti y hayan echado a correr y en el mejor de los casos no habrá borde donde estar, tal vez un día será diferente, me repito porque necesito convencerme, quizá así logre dormir.

Pero la realidad es que nosotros nunca corremos marcha atrás, nosotros solo abandonamos el borde por unos segundos y lo más lejos que hemos estado han sido centímetros, pero justo cuando alcanzaremos el primer metro  decides correr hacia delante otra vez, recuerdas cuando me decías que era por lo excitante de la adrenalina y más tarde descubrí que era tu miedo quien decía que estabas demasiado lejos entonces si estás demasiado lejos cuando duela no podrás huir, ya no sé cómo decirle que conmigo él no debería existir, tu miedo, pero está tan aferrado a ti… no se da cuenta que ya con el mío basta y sobra para los dos. Tampoco sé si es que utilizo el miedo como excusa pero la verdad no soy lo suficientemente importante, no deseas mantenerme segura y sé que no hay manera correcta de amar pero escogimos la más retorcida posible, quizá no soy importante o quizá nos olvidamos tanto de lo que verdaderamente era amar o ser amados que aquí estamos, demostrando el amor al borde de un abismo.

Aquella noche de julio me quedé pensando que si el final se acercaba era mejor sorprenderlo yo, desde entonces cada vez que veo que una grieta entre nosotros se abre decido dar un paso más hacia el borde, sé que es un poco tonto, pero siempre he preferido lanzarme por mi misma que ser lanzada, tener el coraje para hacerlo y la satisfacción de que fuiste tú por tu propia cuenta.  Sin embargo debo admitir que me duele un montón que no vayas ni a darte cuenta. Siempre desde que te conocí nuestra amistad se ha basado en una carta de despedida sobre la mesa y un pie en el aire listo para saltar, una lista de todas las cosas que hacemos mal y otra de esas que esperamos y nunca se han de hacer, un montón de sueños enumerados y unas cuantas fantasías por cumplir juntos, suena lindo, pero todas estas son listas de cosas que no hacemos, cosas por hacer y en el peor de los casos la única hecha son puntos detallados en los que hemos fallado con adjetivos súper descriptivos de todo aquello que con la rabia de por medio somos. Escucho rosas una canción de la oreja de van Gogh pero tú no debes saber cuál es, incluso aquí empezamos a ser tan distintos… y me doy cuenta que es cierto hay una carta que espero y una flor que nunca llegó, están tantos besos que no dicen nada, sin embargo siento que pueden convencerme… pero de qué valen todos los recursos para quien no los quiere utilizar, no sirve de nada el conocimiento para quien no lo emplea, dicen… tal vez no soy lo suficientemente importante para que los uses a tu favor o simplemente son cosas que no están en ti.

Aquel día en el que te conocí, también aprendí a manejar y no quiero, me niego a que ese día sea de cosas destinadas a no olvidar si es que la situación será siempre con la mente siempre pensando en saltar del balcón, es jueves y sabes que falta un día para esperarte, aunque sé que no lo recuerdas, pero una vez prometiste que los viernes serian nuestros y desde entonces te espero pero no recuerdo la estación y no hay tren que me lleve a ti, ya no hay plaza que lleve el nombre de nuestro amor, ese que nunca existió y el grupo que cantaba nuestra canción se disolvió y somos la historia más común pero no hay quien hable de nosotros sino yo, no hay palabras lindas, no hay cartas más que una sección de poemas por mes en mi blog y no hay flores que entre sus colores  y aromas puedan disipar tanta decepción, es que ya no hay manera… ahí en el mueble que nunca detallaste detrás de la foto de la persona que más quiero hay un globo de helio y nos imagino, imagino nuestros problemas siendo un globo de helio y desearía que pudiera ser así, sin importar cuanto me gustaba aquel globo, no me pude aferrar a él para siempre, la misma noche tuve que dormir y decidí soltarlo, pero nosotros no somos aquella niña que tenía sueño porque eran las 10 y evidentemente nuestros problemas tampoco son un globo de helio, somos dos personas que se creen inequívocas, invictas en el arte de vivir, en posiciones tan distintas, en el mismo precipicio pero yo tengo tantas ganas de caer. ¿Lo ves? El parecido de esta con todas las demás, sé que suena a despedida, por qué no habría de serlo, quizá estás tan disperso en tus pensamientos que sea hora de soltar.

Esta noche cuando estaba a punto de saltar busqué en ti esa mirada, pero no encontré aquel miedo que se aferra al pie que sigue en el borde como si este fuera su última esperanza y me di cuenta que en el momento en el que los dos pies se encuentren en el aire la primera persona de la fila de atrás pasará a llenar mi lugar y no sé si quiero eso, no sé tampoco si quiero ocupar un puesto que sea reemplazable, sigo viendo la ventana en espera del sol y mis lágrimas son reprimidas por el orgullo quien se ha vuelto esta noche el dictador de mi cuerpo, confesándome atormentado y con miedo que está cansado y que ya está bueno, que las lágrimas hacen lo que quieren con él y ya no puede permitirse que le pasen por encima, me rio de él porque en el fondo sé que ellas triunfaran, puesto que ya no importa que tan feliz sea o que tan dócil, tampoco importa si me vuelvo más risueña por –para- ti, ya no importa cuántas características propias coleccione, y tampoco importa lo bueno que intente recolectar de los cadáveres del fondo o de las chicas de atrás, mi lugar contigo siempre será el riesgo, la adrenalina, el borde y quizá hoy sea una de esas noches donde por fin me decida tirar.

No sé si esta carta es de despedida pero siempre me ha gustado decirlo

-au revoir-