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Wednesday, December 24, 2014

-amor, quizá-

Recuerdo que corrías para llegar a verme y también como corrías al verme llegar, que en el momento no me importa mojar el más lindo de mis vestidos con tal de alcanzar tus brazos y que sonreías al escuchar mi nombre, por ende, mi sonrisa llevaba el tuyo y a su vez mi cielo versaba en tu sonrisa.
Recuerdo aquel lugar al que iba cada domingo como excusa para encontrarte, sabes, ese que después de aquella tarde de haber perdido mi tren (debo confesar, a propósito) se convirtió en nuestro, recuerdo como fingía estar cansada solo para sentarme a tu lado. Recuerdo mis tardes y recuerdo las tuyas y aquellas llamadas de jueves a las cuatro y los chocolates de martes por la noche. Aun después de tanto tiempo, lo recuerdo claro, como si hubiera sido ayer.

Cogimos el mismo camino y a la vez distintos, porque sabíamos que de cometer el mismo error y coger opuestos, la tierra es redonda y como siempre volveríamos a encontrarnos, a la mitad tal vez. Entonces yo me quedé a medio camino en aquella estación de tulipanes violetas y la pequeña tiendita, ¿la recuerdas? Esa que en cada viaje nos retuvo porque tenía aquella foto en blanco y negro que tanto te gustaba. Esta vez fui yo quien se quedó mirando y tú seguiste de largo como si no te llamaran los recuerdos. A veces suelo volver allí y aquella mujer de ojos claros que antes nos atendía al fin me ha revelado el secreto de aquella foto que te gustaba tanto, sí, como lo sospechabas… éramos nosotros, antes de conocernos, mirándonos como si nadie existiera, como sabiendo que algún día solo nosotros existiríamos. Después de varios días de tu distancia ese fue el único lugar donde logré encontrar esa mirada, lo cierto es que el bar de las veintitrés no la tenía.

“Ahora que no sabes verme yo te miro, te miro y te observo, ahora que no me ves yo te pienso y desde lejos siento que eres feliz, en ocasiones me arrepiento de no haber tomado el camino opuesto para encontrarnos a mitad del mismo y jugármela por ti, pienso que quizá a quien de verdad quise lo tuve frente a mí, ahora que no quieres verme me di cuenta que en su momento, yo tampoco te supe ver.” Escribí esa carta dudando, no sabía si enviarla porque desde lejos tenía la satisfacción de que aun sabiéndote distante te ves como yo siempre te he visto y te amas como solo tú sabes amarte.

Voy a casa por las noches y al quitarme la camisa blanca y acostarme en mi cama me doy cuenta que ella te extraña, incluso a veces en las almohadas encuentro tu olor y pienso que tal vez nunca pueda olvidarte, aunque esté bien sabiendo que eres feliz, cierro los ojos e imagino que no te perdí, que seguiste mi camino tomándome de la mano, que no hizo falta las excusas, el tren, ni el camino al revés, que tu sonrisa sigue siendo mi cielo y tu mirada solo grita mi nombre y a veces cuando en mi cama no te encuentro suelo correr a la estación y no estás tú. Me paro frente al tren que te vio partir esperando que tal vez hoy te arrepientas y vuelvas.
Hace unos días después de correr dieciséis noches al mismo lugar y no encontrarte, decidí que estaba loca y que me quedaría, esperando-te. Vi luces, vi recuerdos, vi personabas que me llamaban, vi soledad, vi desasosiego, vi lágrimas pero también vi amor, y entre un montón de gente al día veinte llegaste tú, con calas rojas diciendo que eran para mí. Jamás había sido tan feliz como aquel día.

Partimos juntos y al despertar al día siguiente tu brazo seguía rodeándome, no era un sueño.

Han pasado los días y ahora he vuelto a cantar, mi mirada es alegre y mi sonrisa, bueno, ella ahora lleva mi nombre. Te observo y me alegro de poder verte tan grande como siempre lo hice y sentirte tan firme como siempre lo has sido, en las mañanas me miro al espejo y sonrío, con mis cabellos alborotados y la sonrisa algo vaga, escribo la nota que abrirá tus mañanas, pensando lo increíble que es estar a tu lado.
Miro a mi cama antes de salir y estás tú, con los buenos días te entrego también el más dulce de los abrazos y al esbozar media sonrisa me susurras “ más que verte como siempre, yo te he visto, con tu cabello atolondrado y tus labios siempre rojos, es mirarte en el espejo y descubrir que te amas como solo tú puedes amarte” terminamos de sonreír y descubrí que no quería ir a ningún lado más que volver a esa cama que hoy son tus brazos.

Rato después tu camisa blanca estaba teñida de besos, por supuesto, rojos y yo, bueno… no he parado de sonreír, ni de amarte y mis buenos días siempre lo responde la mitad de tu sonrisa. 

Saturday, October 11, 2014

-lectura después de las veintitrés-


 Ojalá nadie pregunte sobre sábanas blancas, jadeos en la noche u ojos claros pero no transparentes, porque juro que solo podría pensar en ti, que nadie se pose en mi ventana cantando blue moon porque entonces tu nombre jamás escaparía de mi mente y el eco de tu voz solo quedaría en repeat, y si me preguntan de amor diría tu nombre aunque de estar equivocada amor podría ser el siguiente. 

Dije esto como desvariando creyendo que nadie se daba cuenta, sonreíste y me di cuenta que el amor no era solo tu nombre porque no eran solo palabras (tu sonrisa jamás pude ponerla en palabras)  que también era la forma en la que se curveaban tus labios ocultando una mueca o aquella rabieta de viernes por la noche cuando casi siempre no te entiendo, que también son tus besos y los míos, esas manos, tus manos, divagando en mi cuerpo como buscando cobijo y las mías temblorosas aferradas a tu espalda. 

Alguien algún día me dijo "love is more than just words sweet dove" y como no pude darme cuenta que siempre fuiste más que eso. 


tú, tus sábanas blancas, tus pantalones cortos color carbón, aquella botella en la heladera, los recuerdos de aquel carro y la música que sonaba de fondo no solo cada vez que mi cuerpo se compenetraba con el tuyo sino también aquella en mi cabeza cada vez que tus ojos veía. 

Tu, tu botella de vino, siempre tinto y aquel cigarro sin apagar, tus manos firmes y aquellos abrazos capaces de apagar el mundo mientras duraran, tú y tu recuerdo permanente, y aquel viernes por la noche cuando dijiste que por siempre era sinonimo de nosotros, en ese momento no supe entenderlo pero ahora entiendo, como al no tenerte me doy cuenta, que aunque ya no exista un nosotros, aquel viernes se quedará por siempre grabado en mi mente. 

Y me quede ahí, como esperándote, entre aquellas sabanas blancas que ahora tenían tintes rojos, en aquel cigarro que por más que quisiera no apagarlo terminaba consumiéndose y en el shuffle de mi ipod cuyas canciones siempre traían (a gritos) tu nombre.  

A veces te pienso y todo mal; siempre que te siento todo bien. 

Wednesday, September 17, 2014

-éramos felices y lo sabíamos-



9:00 am


     El aroma del café logra despertarme pero últimamente me doy cuenta que no es igual… si, el olor, no es lo mismo que aquella mañana,  en aquella cama de sábanas blancas, sí, esas donde jugábamos con nuestra imaginación. En el hotel decían que era la noche más fría del año, sin embargo, no hay nada más frío que estos treinta y dos grados lejos de ti y por lejos no me refiero a kilómetros... no hablo de esa distancia.


Aun en el día más frío el calor de tu sonrisa calentaba mi cuerpo, aunque ya no mis recuerdos, y en estos “Maracaibo, Party Cloudy, 28°” desearía volver a ese momento, volver contigo. A veces incluso afuera, la terraza se siente más fría  que aquel noviembre con –2.


Hoy alguien se atrevió a preguntar lo que ambos disque por decencia no nos habíamos atrevido a preguntarnos, encararnos y preguntar –qué pasó- o nos pasó, por supuesto desvié la mirada y ninguno de los dos fue capaz de responder que fuimos tan cobardes que no pudimos apostarle a nuestro amor.


Durante el camino reíamos y juro que en días como hoy en tus manos puedo sentir aquellas caricias que hicieron que el para siempre tenga sentido y jamás podré olvidar los labios que me enseñaron que cobarde no es solo quien no intenta sino quien deja las cosas a mitad de camino, y sí, hablo de mí, de ti, de nosotros.


Cada noche cuando al tocar la cama no estoy tan casada como para dejarte ir, quizá una noche como la de hoy, recuerdo tus risas y tus besos en las mejillas que aunque antes lo fueron todo hoy, ya no bastan, recuerdo también como entre abrazos juraste nunca dejarme ir. Hoy andamos caminos diferentes y un nosotros está prohibido, dicen que le hacemos tanto daño al mundo, claro, nadie nunca pensó en nosotros, ni siquiera yo y debo confesar que ya no sé si el camino es más difícil sin tenerte cerca o con la lejanía de tenerte aquí sin poder tocarte.


Es de noche y al bajar del carro me doy cuenta que las despedidas ya no deberían hacerse, mientras tú en mis ojos te das cuenta que aun cuando no sean las 9:00 me muero por invitarte un café.

Thursday, August 28, 2014

-ojos claros-

                         
-¿qué pasó con aquellos dos? -
Preguntó aquella niña, sabes, la que siempre llevaba una paleta en la boca y aquel listón que en los días felices era azul y en los demás rojo. Suspiró y descubrí que ella solo supo ver dos personas que se quisieron a odiar, el señor de los pantalones anchos y ojos tristes respondió:
- se quisieron tanto que se quedaron sin más que dar-
Pasaba por allí y aquellas palabras se quedaron resonando en mi cabeza, la niña se cambió el listón y sacó la chupeta de su boca, mientras tanto yo... yo pensé en nosotros y no, no había listón en el mundo que pudiera amarrar esos pensamientos. Quizá no seamos tan diferentes.

Hace algún tiempo conocí a un chico con ojos claros y profundos, jugábamos a ser amigos y después descubrí que en sus ojos se escondía un gran amor, por supuesto, cada vez que los veía él mentía pero de todas formas estábamos demasiado chicos para llamarle amor, sus ojos cambiaban de color como cambiaba su humor, en ocasiones tenía miedo de ser demasiado obvia cada vez que me perdía en ellos, pero después de él aprendí cómo mentir sosteniendo la mirada y  a encontrar en la de él lo que buscaba, con él aprendí lo mucho que puede llegar a decir una.

Después de aquel chico me juré que nunca confiaría en ojos claros, los ojos oscuros fueron mi debilidad y en ellos encontraba ese misterio que saciaba mi miedo, no quería toparme con alguien que supiera que estaba mintiendo y entonces te conocí a ti, tus ojos también eran claros y tuve miedo (tenía razón en tenerlo) pero tú jamás te diste cuenta del amor que los míos ocultaban, tampoco lo mucho que ellos te mentían.

Desde que lo conocí cada luna llena pido un deseo a esta, cada 5 lunas el deseo es que lo aleje y se lleve aquellos ojos que hicieron de mi vida estragos, pido con los míos llenos de lágrimas que lo lleve lejos, muy lejos de mí. Sí, jamás le confesé esto a nadie, tenía tanto miedo… la niña se dio cuenta de la lágrima que corría por mi mejilla y al notar que había escuchado la conversación me preguntó dudosa si alguna vez me habían amado hasta el punto de quedarse con nada, pensar en la respuesta solo me hizo llorar más, aclaré mi garganta y respondí tratando de sonreír -la verdad es que no-.

Desde entonces sigo pensando en aquellas flores que nunca llegaron, esa carta que nunca se escribió, las madrugadas de lágrimas versus los gemidos, las sonrisas y aquella colección de canciones que cada vez que me pediste que me marchara hablaban de ti. De nuevo me encontraba sumida en mis pensamientos y al levantar la mirada me encontré con esos ojos claros con los que aprendí a mentir, el chico se sentó a mi lado y pronunció las palabras de aquella carta que le habían dolido tanto, esa que nos cambió la vida “querida alguien (…) la verdad sigues siendo aquella niña asustada y solitaria” después continuó con sus propias palabras “que nunca se dejó amar” empecé a entender porque dolió tanto aquella carta que hace tres años escribí. Y desde entonces soy esa niña clavada en su mirada esperando que algún día retracte sus palabras o descubra que más que no dejarme amar fue el quien no quiso amarme.

Tengo un beso oculto en mi boca, en la comisura izquierda, esa que decías que ocultaba mi verdadera sonrisa, el día que aquel chico, ese de ojos a veces amarillos se de cuenta de mi amor, puede venir a tetirarlo, de todas formas, siempre ha sido suyo.

Thursday, August 21, 2014

-zorro domesticado-


Agosto 21: 421.

Aquella madrugada me resigne a pensar, posando mis ojos en la ventana a la espera de aquel sol radiante, mientras mi mente divagaba pensando en ti, en mí, en nosotros… a veces no sé siquiera si eso existe. Sabes, lo malo de las madrugadas es que no hay pensamientos lindos, no te quedas con la sonrisa con la que te vas a dormir después de trancar el teléfono y esbozar unas buenas noches, lo malo de las madrugadas desoladas es que hay dolor.

Cuando hay dolor los buenos momentos solo se recorren con nostalgia, cuando hay dolor la nostalgia no se aparece por mi cama, ella simplemente pasa de largo, cuando hay dolor las noches similares a estas me arropan en mi soledad, recordándome una y otra vez que esto solo es mi responsabilidad, que aquella noche, la que fue igual a esta, pude evitarme esta noche simplemente dejándote atrás, pero así como esa noche quizá sea esta y tal vez no lo haga y una vez más buscaré en mi blog aquel poema que no importa si lo escribí tres años atrás, se sentirá igual.

Sé que vivo de palabras y sé que quizás las mismas no sean siempre buenas, considero tal vez que esta carta duela, pero es la única forma de liberar este dolor, también sé que cuando estás triste o molesto las palabras simplemente salen porque pocas veces la felicidad puede ponerse en palabras, sobre todo porque es algo que no estamos muy acostumbrados a sentir, otro día quizá uno como ayer, pudiste preguntarme que es la felicidad y mi respuesta hubiera sido clara y sencilla, de esos monosílabos que sé que no te gustan pero creo que este te agradaría… qué es la felicidad –tú-

Me siento en mi cama y abro la ventana, sigue siendo oscuro y no consigo ver el asteroide B612, sé que es pequeño pero pensé que cuando las cosas eran significativas de alguna manera u otra conseguías verlas, te preguntarás por qué quiero encontrar un asteroide del que seguramente nunca has oído hablar, lo cierto es que esta carta –o como quiera que se pueda llamar- está siendo escrita con la esperanza de un zorro domesticado quien pasada las 4 sigue esperando a su dueño, lo sé, soy un zorro muy tonto pero solo eso soy y ya no sé cómo volver a lo de antes.

Aquella noche lluviosa de julio, no hubo perros, ni olvidos, ni una pregunta que nos mantuviera claros, tampoco hubo metáforas que alguno de los dos supiera interpretar, sin embargo, ambos siempre supimos de que hablábamos y sí, en el momento también nos hicimos los locos. Lo cierto es que aquella vez como hoy quizá nos encontramos al borde del precipicio, el problema no era que estuviéramos tan cerca, el problema fue todo lo que nos llevó ahí, si algún día te dedicaras a leer entre líneas te dieras cuenta que a veces no quiero lanzarme pero necesito ver al menos una vez al mes la forma en la cual tus ojos me gritan que me quede porque son las únicas palabras que llenan que obtengo de ti, sí también sé eso, quizá siempre leas entre líneas pero sea otra de las cosas por las cual te haces el loco, mas, me gusta pensar que no lo has descubierto, déjame por hoy fantasear con la idea. ¿Te has preguntado si algún día será diferente? Tal vez tus ojos ya no me convenzan, tu mano llegue demasiado tarde, mis pies estén hartos de ti y hayan echado a correr y en el mejor de los casos no habrá borde donde estar, tal vez un día será diferente, me repito porque necesito convencerme, quizá así logre dormir.

Pero la realidad es que nosotros nunca corremos marcha atrás, nosotros solo abandonamos el borde por unos segundos y lo más lejos que hemos estado han sido centímetros, pero justo cuando alcanzaremos el primer metro  decides correr hacia delante otra vez, recuerdas cuando me decías que era por lo excitante de la adrenalina y más tarde descubrí que era tu miedo quien decía que estabas demasiado lejos entonces si estás demasiado lejos cuando duela no podrás huir, ya no sé cómo decirle que conmigo él no debería existir, tu miedo, pero está tan aferrado a ti… no se da cuenta que ya con el mío basta y sobra para los dos. Tampoco sé si es que utilizo el miedo como excusa pero la verdad no soy lo suficientemente importante, no deseas mantenerme segura y sé que no hay manera correcta de amar pero escogimos la más retorcida posible, quizá no soy importante o quizá nos olvidamos tanto de lo que verdaderamente era amar o ser amados que aquí estamos, demostrando el amor al borde de un abismo.

Aquella noche de julio me quedé pensando que si el final se acercaba era mejor sorprenderlo yo, desde entonces cada vez que veo que una grieta entre nosotros se abre decido dar un paso más hacia el borde, sé que es un poco tonto, pero siempre he preferido lanzarme por mi misma que ser lanzada, tener el coraje para hacerlo y la satisfacción de que fuiste tú por tu propia cuenta.  Sin embargo debo admitir que me duele un montón que no vayas ni a darte cuenta. Siempre desde que te conocí nuestra amistad se ha basado en una carta de despedida sobre la mesa y un pie en el aire listo para saltar, una lista de todas las cosas que hacemos mal y otra de esas que esperamos y nunca se han de hacer, un montón de sueños enumerados y unas cuantas fantasías por cumplir juntos, suena lindo, pero todas estas son listas de cosas que no hacemos, cosas por hacer y en el peor de los casos la única hecha son puntos detallados en los que hemos fallado con adjetivos súper descriptivos de todo aquello que con la rabia de por medio somos. Escucho rosas una canción de la oreja de van Gogh pero tú no debes saber cuál es, incluso aquí empezamos a ser tan distintos… y me doy cuenta que es cierto hay una carta que espero y una flor que nunca llegó, están tantos besos que no dicen nada, sin embargo siento que pueden convencerme… pero de qué valen todos los recursos para quien no los quiere utilizar, no sirve de nada el conocimiento para quien no lo emplea, dicen… tal vez no soy lo suficientemente importante para que los uses a tu favor o simplemente son cosas que no están en ti.

Aquel día en el que te conocí, también aprendí a manejar y no quiero, me niego a que ese día sea de cosas destinadas a no olvidar si es que la situación será siempre con la mente siempre pensando en saltar del balcón, es jueves y sabes que falta un día para esperarte, aunque sé que no lo recuerdas, pero una vez prometiste que los viernes serian nuestros y desde entonces te espero pero no recuerdo la estación y no hay tren que me lleve a ti, ya no hay plaza que lleve el nombre de nuestro amor, ese que nunca existió y el grupo que cantaba nuestra canción se disolvió y somos la historia más común pero no hay quien hable de nosotros sino yo, no hay palabras lindas, no hay cartas más que una sección de poemas por mes en mi blog y no hay flores que entre sus colores  y aromas puedan disipar tanta decepción, es que ya no hay manera… ahí en el mueble que nunca detallaste detrás de la foto de la persona que más quiero hay un globo de helio y nos imagino, imagino nuestros problemas siendo un globo de helio y desearía que pudiera ser así, sin importar cuanto me gustaba aquel globo, no me pude aferrar a él para siempre, la misma noche tuve que dormir y decidí soltarlo, pero nosotros no somos aquella niña que tenía sueño porque eran las 10 y evidentemente nuestros problemas tampoco son un globo de helio, somos dos personas que se creen inequívocas, invictas en el arte de vivir, en posiciones tan distintas, en el mismo precipicio pero yo tengo tantas ganas de caer. ¿Lo ves? El parecido de esta con todas las demás, sé que suena a despedida, por qué no habría de serlo, quizá estás tan disperso en tus pensamientos que sea hora de soltar.

Esta noche cuando estaba a punto de saltar busqué en ti esa mirada, pero no encontré aquel miedo que se aferra al pie que sigue en el borde como si este fuera su última esperanza y me di cuenta que en el momento en el que los dos pies se encuentren en el aire la primera persona de la fila de atrás pasará a llenar mi lugar y no sé si quiero eso, no sé tampoco si quiero ocupar un puesto que sea reemplazable, sigo viendo la ventana en espera del sol y mis lágrimas son reprimidas por el orgullo quien se ha vuelto esta noche el dictador de mi cuerpo, confesándome atormentado y con miedo que está cansado y que ya está bueno, que las lágrimas hacen lo que quieren con él y ya no puede permitirse que le pasen por encima, me rio de él porque en el fondo sé que ellas triunfaran, puesto que ya no importa que tan feliz sea o que tan dócil, tampoco importa si me vuelvo más risueña por –para- ti, ya no importa cuántas características propias coleccione, y tampoco importa lo bueno que intente recolectar de los cadáveres del fondo o de las chicas de atrás, mi lugar contigo siempre será el riesgo, la adrenalina, el borde y quizá hoy sea una de esas noches donde por fin me decida tirar.

No sé si esta carta es de despedida pero siempre me ha gustado decirlo

-au revoir-

Saturday, June 21, 2014

-sobriedad-*?


La noche se torna larga y brillante, el cielo me cuenta que es hora de dormir pero la falta de estrellas me indica que aunque duerma no soñaré, no es una noche para soñar, y me desvelo… buscando estrellas, buscando sueños. Me desvelo pronunciando tu nombre, para adentro como con miedo, porque en realidad temo que el eco en mi mente duela demasiado. Hace no tanto juraría que tu nombre era regalo de dioses, inspiración de poetas, porque al escucharlo o pensarte se creaban mil poemas en tu nombre, sin embargo, ante la falta de estrellas me cuestiono, me cuestiono absolutamente todo, desde aquel cordial saludo que nos trajo a lo que quiera que seamos hoy, bajo este cielo nublado sin estrellas, hasta el momento en el cual una vez más y casi podría jurar que la última, volví a elegirte… el problema no radica en la elección sino en las opciones, entre aquellas opciones me encontraba yo y nuevamente te elegí, poniéndote por delante ¿sabes? No fue la primera vez, aunque mentiría si te dijera que no será la última.

Divago en el desvelo ante la ausencia de sueños y el exceso de realidad, pensando que quizá ciertas canciones mienten, que amarte no siempre vale la pena y que siempre es mejor el bueno por conocer. Me doy cuenta que aunque tal vez me contradigan mis palabras eres la incertidumbre más certera que conozco, la que me ha demostrado que ni siquiera apareciendo las estrellas más brillantes en este, nuestro cielo nublado, me harás tocar cielo o poner los pies en la tierra, que lo cierto para ti no existe y que soy un nombre más en tu lista con asterisco y un signo de interrogación perpetuo, que aunque mis condiciones no sean las mejores para asegurar el arrepentimiento, el qué hubiera pasado me carcome, la interrogante de si con otro nombre las cosas serían distintas, me da vueltas, el mundo me da vueltas, desde que leo el primer mensaje con tu nombre hasta que los mismos confirman que aunque hablen conmigo jamás hablarán de mí.

Y me pregunto, como se pregunta cualquiera, si estoy en el lugar correcto y le doy vueltas a la pregunta queriendo que tus acciones me respondan tan errante interrogante, aunque la respuesta puede que no vaya a gustarme del todo, o peor aún, qué hago con la respuesta…

El sol me indica que con o sin sueños es hora de dormir, con tu nombre, unas dudas y unos cuantos nombres más me voy a la cama, ya sin ganas de soñar porque entre tanta incertidumbre estás tú, y el sentimiento en  ocasiones me hace sentir en casa, también la certeza de que al momento de soñar sé que lo haré con tu nombre.

Tuesday, May 20, 2014

-lost-

-mayo veinte, 13:41-

Querido Alguien


Vuelvo a la rutina de escribirle porque siempre fue usted mi confidente, porque en ocasiones necesito a alguien que calle pero escuche, porque a pesar de todo usted siempre escuchó.

Desperté esa noche para volver a dormir, para perder de nuevo la sonrisa que hace algo estuve buscando en el muelle donde creí haberlo perdido, para siempre tal vez. Intento recordarlo bien pero el dolor ha nublado todo, tras unas palabras todo se desvaneció, la habitación se volvió fría y oscura, casi pude sentir el sabor de lo efímero haciéndose tangible. Las lágrimas empezaron a correr como queriendo quedarse, como queriendo formar parte de mí para siempre, mientras una sensación de derrota invadía mi cuerpo, luchar no tenía sentido porque en el momento juro pensé que lo había perdido todo, sabes que siempre tiendo a exagerar. Me tumbé a llorar porque las lágrimas me tomaban como si fuera de ellas, porque estos días es lo único que sé hacer.

Comencé a pensar en la brújula descarriada por la cual me había perdido, sí, esa misma, la que me llevó a él. La busqué desesperadamente y recordé que se había roto aquel día tratando de colarme por su ventana, recordé también que en mi intento de repararla le había ocasionado un daño irreparable. Sin embargo traté de sonreír recordando los buenos momentos pero en aquel instante todo aquello parecía ser prestado. Querido alguien entre tantas distracciones lo he perdido todo, entre tanto ruido me perdí a mí y ahora que la habitación se volvió oscura, fría y silenciosa, ahora que estoy sola conmigo misma, no sé cómo lidiar con eso. Ya no sirve sentarme en aquel muelle a esperar por mi sonrisa, ir a los trenes para huir de ti, de él, de mí o simplemente salir a recordarle, es demasiado tarde y no, no estoy hablando de la hora. Más que perder todo aquello soy yo la que no se encuentra, no me encuentro, ya no me veo en esos lugares.

Al no saber dónde buscarme volví a aquel punto en el cual hace tiempo fue mi único lugar donde pude sacar el dolor. No quiero mentirte, no a ti. Tenía tantas ganas de no encontrarme ahí pero lo hice. Me encontré con la mirada perdida mientras mis manos se movían al compás de las lágrimas casi sin saber lo que hacían, podría jurar que era inercia. Más que la decepción de verme allí me invadió el desespero porque hace no tanto fui lo suficiente ilusa para creer que jamás volvería a pisar aquel lugar. Nuevamente querido alguien, ya no eres tú, no es él, son un montón de cosas más pero enumerarlas me tomaría otra carta y un café quizá, a veces pensé, se necesita solo una pizca de dolor para abrir aquello que creímos haber cerrado, tengo tiempo intentando cerrar este hueco pero más que cerrarlo lo llené de cosas buenas pero efímeras que se desvanecieron al son de unas palabras.

Querido alguien, escribo esto sin un camino concreto, solo para no perder la esencia y la costumbre de escribirte, porque tal vez así consigo sacarla de allí, tal vez aquí, en esta carta, en mis palabras, tal vez tú o tal vez yo, consiga encontrarme.



Wednesday, May 14, 2014

-inquilino en mis recuerdos-

Querido inquilino en mis recuerdos:
 
Esta mañana fue fría y el sol no brillaba tanto, me desperté llorando y decidí correr a esa plaza donde algunos de nuestros sueños se hicieron reales, otros simplemente se desvanecieron en el tiempo, solo porque fuimos demasiado cobardes y  para ir tras ellos. Me senté en una banca y decidí ver a la gente pasar, decidí sentarme a esperar, y así como algunos de nuestros sueños se desvanecieron ,se desvaneciera también este amor. Evidentemente aquello no sucedió, sino este poema no existiría. Aparentemente soy demasiado cobarde para correr lejos de este -nuestro- amor.
En aquella banca vi lo que fuimos, lo que somos y lo que por mi parte quiero que lleguemos a ser; vi mejores amigos mirándose con deseo y sonriendo como si el mundo se detuviera en ellos; parejas que caminaban como si la costumbre más que sus pies los llevaran; grupos de personas simplemente disfrutando del presente y una que otra caminando sola como buscando encontrarse, como vagaba yo cuando me dedicaba a pensarte.
Descubrí que cualquier día era suficiente para estar bien o estar mal, que no necesito que sea viernes para esperarte, domingo para recordarte o lunes para matar mi ilusión. Me enteré ayer que el martes puede cumplir el papel del lunes y que el domingo y el viernes pueden juntarse un miércoles a esperar por ti en una banca.
Después de observar y tanto recordar me levanté de la banca, para qué mentirte, mejor te digo que sí, que todo el tiempo que permanecí ahí estuve esperándote. Crucé la calle y en el tablero vi la hora a la que llegaría mi próximo bus, miré el reloj, faltaban trece minutos. Decidí dejar de buscarte y empecé a mirar los buses que llegaban, buscando entre ellos aquel que dijera 201, solo tú sabes el porqué. Nuevamente... fallé en el intento de dejar de esperarte. La mañana seguía tornándose fría y estaba a punto de dejar de ser mañana, busqué lo poco que tenía para abrigarme, sequé mis lágrimas y vi pasar mi bus. Al ver a la gente bajar de él vislumbré tu rostro pero pensé tal vez, que estaba demasiado loca y creí haberte visto, ya que este, no era el bus que tú tomabas.
Escucho una voz que pronuncia mi nombre y sigo convenciéndome que he pasado demasiado tiempo en el frío, observando a gente, pensándote y que esto es solo producto de mi imaginación, finalmente cuando estoy convencida decido subir la mirada, eras tú, buscándome en el único lugar donde un miércoles a las seis de la mañana pensaste podía estar, mi casa, y al no encontrarme volviste aquí, con la esperanza de que tal vez, como tú, quisiera volver.
Tus ojos dijeron palabras que tu boca jamás podría articular y a su vez tus brazos confirmaron lo que tanto estaba deseando que esa mirada significara, como siempre, en tus brazos, encuentro paz. Ahogué un llanto inmenso entre tus brazos y en mis labios no encontré palabras, encontré besos… y al separarme lo único que pude hacer fue volver, porque no quiero irme jamás de este lugar, no otra vez.
Mayo 2014: descubrí que el miércoles puede ser un día maravilloso, puesto a que te encontré buscándome y debo confesar, es mucho mejor que como siempre encontrarte solo, esperando.
 
 


Wednesday, April 9, 2014

-recuerdos varios-

Hace meses tomé un tren buscando huir de ti. En el momento creí que estaba corriendo lejos de mí. Sin saberlo terminé huyendo de ti, de nosotros, de mí misma, para ir por alguien más. Tomamos trenes opuestos yendo en direcciones contrarias, en el momento no lo pensamos bien o quizá fue el destino quien pensó por nosotros. Debimos haber tomado el mismo tren y alguno de los dos debió quedarse a mitad de camino pero huimos no tomando en cuenta que la Tierra es redonda y al final íbamos a encontrarnos nuevamente. 

Después de meses de recorrido, casi un año, más que buscando el olvido, huimos de nuestros recuerdos, después de meses te encuentro con una mirada que ya no puedo descifrar, te encuentro distante y con una sola palabra entre tus labios 
-adiós-. Debo confesar que guardaba la esperanza de que entre besos la dijeras, sin embargo, mi esperanza se desvaneció al penetrar tu mirada, se desvaneció aún más al recibir aquel sobre con mi nombre que contenía la pre-cuela de esta carta, te excusaste diciendo que era muy doloroso para los dos, jamás había visto tanta cobardía en ti como hoy.

Quité mi mirada de tus ojos, tragué el nudo que había en mi garganta casi sin que te dieras cuenta y sonreí vagamente, claro... después de tanto no logró saber si aún descifras mis sonrisas. De alguna manera ya sabía que el sobre contenía una carta y también aunque sin saber las palabras exactas sabía que me dirías adiós, en el momento mi boca no supo articular palabras, mi mente estaba demasiado concentrada en disimular y era fiel creyente de que nada de lo que saliera de mi boca iba a hacerte cambiar de opinión, iba a lograr que te quedaras... recordé aquella tiendita en la estación, el tren que nos llevó a ella y mi huida a Holanda buscando olvidarte entre recuerdos. Antes de abrir la carta la miré catorce veces como nuestra fecha y confieso también que las catorce veces titubee en dejarla pasar. 

Finalmente abrí el sobre, desdoblé la carta y di un respiro profundo, pensando en lo mucho que duele el adiós... cuando no se quiere, cuando no se espera. En tu caligrafía perfecta encontré dolor, marcado en lo grueso de la letra, también en las gotas provenientes de tus lágrimas marcadas en el papel, por otro lado en mi mirada encontré miedo y en mi mente descubrí que era miedo a la suavidad de tus palabras. Leí esta carta palabra por palabra intentando buscarle otro significado, algo más, intentando leer entre líneas como siempre hicimos, para ser sincera esperaba un –pídeme que me quede- mis palabras lo intentaron todo, esta carta por ejemplo es otro intento de lo que mis palabras planeaban hacer, pero creo que después de tanto pedirte que te quedes sería demasiado absurdo. Lo tomarías como una burla quizá.

Terminé de leer tus palabras con lágrimas en los ojos y un corazón algo arrugado, corrí al lugar que fue solo nuestro durante mucho tiempo, lugar del que he estado huyendo porque solo grita tu nombre, escribí esto porque supe que mi respuesta no había sido suficiente y entre tantos recuerdos y buenos momentos solo pude encontrar una palabra capaz de ser pronunciada por mis labios: perdón

Estaciones de trenes, tickets de buses, noches de frió, rosas rojas, lencería negra, tulipanes violetas, amores azules, labios rojos, personas varias… ya no descifró tu mirada, hoy desconozco tus besos, se me olvidaron tus abrazos, sin embargo recuerdo tu rostro y tu perfume impregnado en mis sabanas. Pudimos haber sido increíbles pero elegimos no serlo.

Pasó febrero sin ser nuestro y nuevamente estamos en un abril que hace algún tiempo lo fue y dejó de serlo, hoy te lo entrego nuevamente esperando que con él más que el adiós venga un perdón.
-que seas muy feliz-

Tuya quizá, tal vez, alguna vez, lo sé.

Monday, March 31, 2014

-algún día entenderás-

El bosque entero pudo haberse incendiando con aquel cigarro que tiré aún encendido en la espera de que al igual que mi rabia, se fuera consumiendo progresivamente. Escuché unos pasos y decidí huir, tenía miedo de que fueses tú o peor, que no lo fueras.

Alguna voz, no la tuya por supuesto,  dijo “algún día entenderás, aprenderás…” esperó una respuesta y al no conseguirla siguió hablando, sabiendo que alguien estaba ahí…“entenderás que un cigarro no apagado puede causar grandes cosas, quemar un bosque o ser evidencia por ejemplo, así como tu rabia o el intento de ignorarla puede desatar un huracán. Entenderás que lo sos todo para alguien, quizá para mí y tal vez en tu cabeza al dormir vuelvas a escuchar -no es tu culpa nena, no es tu culpa-

Decidí huir porque últimamente es lo único que sé hacer, caminé despacio y luego eché a correr sintiendo que la distancia no era suficiente, sintiendo la urgencia de estar lejos.  Decidí huir porque al escuchar esas palabras me di cuenta que no era tu voz y dolía, como intentando grabarse, dolía como intentando dejar de doler.

Corrí a la cabaña que nunca fue nuestra pero siempre me gustó imaginar que lo sería, corrí y me tumbé sobre la cama que formó todos mis sueños, hizo realidad algunos deseos y deshizo unos cuantos más, presioné la cabeza en aquellas almohadas que durante tanto tiempo habían sido el apoyo de mis sueños, sequé mis lágrimas y ahogué un grito, sabiendo que no debía ni haberlo deseado, sabiendo que en mi condición jamás seré más de lo que soy, jamás podré pedir más. Tras las lágrimas fui al escritorio y saqué esa carta que siempre me hizo pensar en ti, querer que fuese tuya quizá, querer que alguien me amasé así, esa carta que durante estos últimos meses se ha convertido en mi puesta de sol, a la que recurro cuando estoy triste, de alguna manera la forma en que está escrita, tan bien redactada, tocándome el alma, me hace sentir mal, me hace anhelar escribir así, por otro lado, tanta belleza me toca y me conmueve…me deslumbra.

No sé cuántas veces la habré leído, imaginando la voz de aquel hombre y viendo su imagen en aquel auditorio donde la única persona que está presente soy yo, escuchando sus palabras una y otra vez, recuerdo imaginar el sonido de la lluvia, recuerdo haberme quedado dormida llorando por tu recuerdo. Las palabras de aquella persona se grabaron y esta noche al dormir, tratando de olvidar tu voz, de hacer cenizas en un patio lleno de viento tus recuerdos, tratando de quemar bosques por no apagar cigarros, cierro los ojos en esa cama que solo es mía y me digo –no es tu culpa nena, no es tu culpa-

Desperté tranquila y al escuchar mi teléfono eras tú, como arrepentido, sin embargo, me ponías los pies en la tierra, recordándome lo que no soy. Busqué lo más próximo a mí y escribí esto, tratando de recordar las palabras de aquel extraño del cual aún no aprendo, intentando buscar en algún lugar a esa persona linda digna de mis palabras. 

Monday, March 24, 2014

-la chica de aquel nombre que dejé en la servilleta-

Esa noche buscaba algún lugar para distraerme, escapar de mi mente quizá. Fui a aquel parque, pero ahí, ni contigo ni sin ti pude escapar de tantos recuerdos. Me pasaba los días tratando de escapar de la idea de lo que nunca llegamos a ser, aquello que tanto quise.

Esa noche decidí que no quería tomar más trenes, pues no quería verme frente a una pizarra llena de horarios escogiendo mi próximo destino, pensando que en algún lugar del planeta...lejos de ti, puedo escapar de mi mente y tus recuerdos. Entonces esa noche caminé un poco, pensé que tal vez el aire de la noche, la brisa, el olor neutro, me haría bien.

Fue un listón rojo el cual me permitió conocer a esta persona que tras una noche, todavía pasa por mi mente, si me lo hubieran dicho antes, jamás hubiese creído todo lo que un pedazo de tela roja podía hacer.

Viernes veinte, dijiste que era nuestro ¿lo recuerdas? Salí por un paseo para despejar mi mente, porque aunque llevaba viernes esperándote ese día algo me dijo que tenía que dejar de hacerlo, que no llegarías más, que estaba malgastando mi tiempo y así como se había ido mi sonrisa, se me podía ir la vida en ello. La brisa de la ciudad trajo conmigo la calma de mi alma y también este listón rojo que decidí perseguir porque pensé en aquella niña sobre la cual hace un tiempo había leído, como el rojo esa su color preferido y como su listón siempre lo llevaba consigo, pensé en la niña y decidí ir tras él porque no quería que los sueños de alguien más se desvanecieran, no quería que alguien más perdiera algo importante. 

Terminé corriendo detrás de aquel pedacito de cinta rojo, la gente me observaba como si estuviera loca, pero no me importaba, decidí correr detrás de aquella cinta porque por tanto tiempo fuiste ese rojo que tanto me gustaba y decidía llevar siempre, porque me hubiera gustado que alguien corriera detrás de ti para traerte de nuevo a mi encuentro, pero nadie lo hizo y terminé corriendo por ti y a la misma vez lejos de ti, terminé corriendo lejos de lo nuestro, terminé encontrando mi mente o despejándola, que hoy esas palabras parecen ser sinónimos en mi vida.

La cinta se enredó en la manilla de una puerta y mientras intentaba desenredarla una chica algo peculiar abrió la misma, debo confesar que en los ojos de esta chica encontré tantas de mis inseguridades, y de alguna manera su mirada me dejó congelada en el momento, su mirada me hizo sentir que había hecho mal persiguiendo el listón, de nuevo, pensé en ti.

Ella pareció darse cuenta de mi incomodidad y me invitó a pasar a aquel local, que para mí sorpresa terminó siendo todo lo que estaba buscando. Ella señalando la cinta murmuró -parece ser algo muy importante para ti- no quise mencionarle que no era mía o que era importante, después de todo ella tenía razón, era algo importante.

En sus ojos me di cuenta de todo lo que trataba de ocultar, las inseguridades que la rodeaban y la elegante manera como se movía solo para distraerlas, me di cuenta también que cargaba con un secreto algo grande, han pasado meses y me sigo preguntando cuál sería, y cómo ciertas cosas que callamos pueden atormentar tanto a personas que solo con miradas han hecho la mejor versión de nosotros mismos.

Tras varias copas, algo de extraña música, discusiones de poesía, ciertas sonrisas y sus peculiares y grandes ojos tratando de examinarme, descubrirme y analizarme, tras esa mirada confusa... decidí irme a casa, decidí que había pensado lo suficiente en ti, en los dos, en mí... caminé hacía la puerta simulando conocer la salida, dejé el nombre de este poema en la servilleta adyacente a su copa y me marché con el listón.

Tras cruzar la puerta de aquel local y pisar la calle descubrí que su color favorito era el rojo y que había perdido aquel listón para el cabello (que a veces usaba en la muñeca) que siempre llevaba consigo. Hace más de cuatro meses que me marché y aún sigo pensando en la chica peculiar que nunca dijo nada y dejó que me marchara con algo que para ella era importante. Llevo cuatro meses buscándole en lugares rojos, en locales diferentes, en tiendas de discos de antaño porque desde aquella noche no he vuelto a encontrarme, al menos no de esa manera. 

Monday, March 10, 2014

-garabatos de la madrugada-

Es de noche, hace frío y las inseguridades se han vuelto tajantes. Tus luces brillantes solo lograron nublar mi vista por instantes, momentos quizá… Distanciarme, si se quiere, pero estas no se llevan aquellos pensamientos que durante tanto tiempo te dedicaste a sembrar. Vislumbro tu nombre por períodos y logro recordar aquellos labios rojos que más que míos fueron siempre tuyos, y aquel deseo constante de posarse en los de aquel -en ese entonces- igual,  deseo que ahora que puedo y no debo solo los mantiene inertes. Inertes a la espera de tus besos para volver, volver a esbozar sonrisas, articular palabras por su cuenta, en fin, volver a la vida.

Recuerdo también aquel día que dije era nuestro, aquella fecha que por nombre lleva una canción y miles de fantasía contenidas, que se perdieron en el camino y a veces puedes verlas desoladas, como dejadas a la deriva. Escribo miles de cartas cuyo único destinatario eres tú, esas que solo llevan tu nombre, fantasías y perdones. Por supuesto estas cartas, al igual que los poemas donde te olvido, quedan inconclusas. No por falta de imaginación o palabras sino más bien por escasez de realidad. Esa dónde vienes y tras acciones terminas las cartas y lees mis poemas en voz alta, con aquel orgullo característico del saber, de la certeza de que son escritos pensando en ti, sí, son escritos con tu nombre en la punta de mi pluma, en la cúspide de mi pensamiento.

Sigo viendo luces cegadoras, pero más allá de las luces; cuya única función es distraer, ya que no iluminan ni tu vida, ni la mía; veo una gran oscuridad que me acoge, que conozco, una oscuridad que me hace sentir en casa. Tras la oscuridad -o con ella- llega tu olor y el de tus perfumes, los cuales no me han abandonado en todo este tiempo, que me acompañan desde el momento en el que abro los ojos y pienso en ti, puesto a que te encargaste de sembrar inseguridades y recuerdos. Por esa pequeña ventana, te observo y no me observo, ya no estoy ahí, tú no me ves pero yo a ti sí, sigo observando camisas blancas con besos marcados y lencería negra en otra gente. Veo como sus perfumes se mezclan entre tus sábanas -donde mi perfume jamás estuvo- tratando de llenar un vacío, de aplacar una llama, de saciar a una persona insaciable. Hambrienta de duelo y soledad, pero solo ella puede dárselo, te ha costado tanto entender que eres tú el único dueño de tu felicidad, el encargado de encender aquella llama, esta que por tanto tiempo has estado buscando.

Decido garabatear un poco más, entre siluetas y fantasías atreverme por momentos a decir lo que en verdad quiero. Finalmente se acerca el amanecer y la madrugada se ha vuelto tan fría. Me alejo de aquella ventana, ahora tuya, y corro a mi cama. Sabes que me gusta cerrar los ojos mientras aún hay oscuridad. Me meto en la cama y observo mi diario y por hoy me permito apagar o apartar tus luces. Fantaseo y garabateo un poco más, cierro el diario y mis ojos, aspiro por última vez aquel olor tan peculiar que sé que solo te pertenece a ti. Me permito creer que eres tú, enciendo mis luces que distraen a la tristeza y me tumbo decidida a olvidar.

1, 2, 3 - suena tu canción.
4, 5, 6 - alguien trajo tu olor…
7, 8, 9 - las inseguridades hablan de ti

-10- cerré los ojos y me permití olvidar que alguna vez te quise aquí.

Wednesday, February 5, 2014

-lo siento, no hay más que decir-

Se conocieron hace un par de años, ella demasiado chica para pensar en el amor, el demasiado incrédulo como para creer encontrarlo en ella. Tiempo después la vida decidió encontrarlos, ella demasiado necesitada de olvido y él con aquella necesidad por otorgar.

Dos años después esperando ese tren del sábado por la noche, ese que me va a conceder el olvido que en algún momento tú fuiste capaz de entregarme, ese que aún necesito, el mismo por el cual no quieres ni siquiera intentar. Espero mi tren pacientemente con la firme decisión de dejarte, de irme, de concederte la omisión de mi recuerdo, de hacernos feliz, pero te veo, creo que te imaginé, quizá porque ya lo sabes, tengo miedo de partir, porque contigo estoy segura, contigo fui feliz.  Y aunque creo que te he visto, o quizá como hace unos diez años, te he imaginado, me voy, me voy porque me quedé cuando debí irme y ahora que debo quedarme y no puedo, me arrepiento de no haberme ido, por eso me voy, porque entre tanta felicidad me cuesta perdonarme el no hacerte feliz, más que no hacerte feliz el haber sido capaz de hacerle tanto daño a alguien como tú.

Es sábado primero de febrero y sabes porqué elegí este mes,  llega el último tren, ese que parte a las 20:00 pero hace tantas paradas por si en alguna de esas lo pensaste bien y te arrepentiste, que es la 1:00 y no he llegado aún a mi destino final. El tren va quedando vacío, también mis palabras, escritas en este diario que si lo observo bien son pocas las palabras que fueron escritas para ti. Lo siento, murmuré en voz alta, estará bien, escuché que alguien respondió, decidí levantar la mirada, porque pensé que ya estaba bueno de  locuras, porque creí haber escuchado tu voz. Y me encuentro con esas manos, esas que fueron capaces de crear las caricias más perfectas, esas que tomaron las mías entre ellas como si nunca quisieran dejarlas ir. Cierro los ojos fuertemente, los vuelvo a abrir y estás ahí, no sé cómo pedirte que te vayas y no sé muy bien como decirte que quiero huir, huir de nosotros, del daño que te he hecho, huir de ti, de mí.

El tren sigue andando y solo somos los dos en él, son las 3:00 am y he llegado, sin arrepentimientos pero contigo, dices las palabras que en cualquier otro momento me hubiera encantado oír, ahora estas solo me hacen sentir más culpa, solo hacen que las lágrimas corran por mis mejillas; encuentras el primer local abierto, ese en la estación que es para comprar lo olvidado y necesario, esa tiendita que siempre me distraía y que me hizo perder más de un tren, porque aparentemente siempre hay algo necesario que olvido, a veces, en vez de comprarlo, solo me siento a contemplarlo, imaginando como seria si lo hubiese traído conmigo. Tulipanes, mis flores preferidas, parece una señal del destino, como si una fuerza mayor los ubicara allí. Son lilas y son de paz, de olvido, pero ya no puedo aceptarlos, ya no me gustan tanto, porque en mi intento por olvidarte y hacerte feliz, estos solo me llevan de vuelta a las lágrimas, a mis errores, lejos de ti.

Lo siento murmuré, pero esta vez no escuché un estará bien, las lágrimas corrían por mis mejillas, de una manera incontrolable y de repente mi respiración comenzó a cortarse, el oxígeno comenzó a escasear, como tu perdón, como nuestro amor. Te seguí hasta el final, escuché después de un tanto, me seguiste hasta el final pensé, -me seguiste para dejarme ir- como es de costumbre, no lo dije, solo lo pensé.  Tus ojos miraban los míos, como esperando una respuesta, no la encontraste, no me encontraste.

Febrero solía ser nuestro dijiste, solía, aclaré, y entonces caminé y viendo que te perdía, que estabas lejos, decidí correr, en la dirección contraria a ti, y compré el primer boleto a Holanda, dejándote con tanto, dejándote sin mí, pensando que tal vez, en un campo de tulipanes, inundada en tu recuerdo, podré olvidarte, hacerte feliz. 

Sunday, January 26, 2014

-au revoir-

Llevo tiempo perdida entre los días, pareciesen ser todos domingos de esperanza y lunes veintisiete, vienen cargados de un no sé qué con alegría, para después despertarme de aquel lindo sueño con una pesadilla que comienza a ser mi realidad, la realidad de que ese no sé qué que tanto me gusta sentir, que tan feliz me hizo en algún momento, comienza a desvanecerse, comienza a perderse, comienza a mostrarme que ya no es para mí y estoy tan casada de pretender que lo es.

Entonces este jueves me paré de aquel muelle y dejé de esperar por aquel anciano que traería el brillo devuelta a mis ojos; dejé de esperar por aquel amigo a quien tanto amo, tanto amé; dejé de esperar por aquel viernes que dijiste que era nuestro y trasladé el domingo de recuerdos a un sábado lleno de nostalgia, melancolía y despedidas. Despedidas que no tienen fecha de vencimiento, despedidas que se postergan, despedidas que tornan mi sábado eterno.

Y me encuentro fantaseando entre mis ganas de decirle que eras ese chico de las manos grandes; firmes; sólidas, de aquellos abrazos seguros y una mirada profunda, quería hacerlo... tengo tantas ganas. Quería decirle que eras él de aquellas pupilas dilatadas, ya sabes, la mirada feliz. Porque me cansé de ver aquellos ojos que tanto amé con aires de tristeza, cabizbajos, vacíos. Tengo aún el desespero por contarle que esos ojos que hace nada pusieron en blanco mi mente e hicieron desvariar a mis palabras -hasta el punto de salir corriendo- albergan felicidad y cobijo, tenía el desespero de contarle eso, porque a mi manera quería hacerlo, quería/quiero hacerle feliz. Verlo feliz, hacerlo mejor. Porque estoy cansada y tengo miedo; porque me duele el pecho y mis lágrimas corren al decir que últimamente se ha convertido en ojos tristes, miradas vacías, desplantes, ausencias todo el tiempo, autor de vacíos, sobre todo de este tan grande, de aquellas grandes decepciones y tristezas. Considero me esforcé por mantenerte durante un tiempo alejado de tantos adjetivos malos, aunque la gente lo dijera, no importaba, yo siempre iba a adjetivarte como algo bueno, como alguien bueno. Quería decirlo porque quería creerlo, mantengo la esperanza de poder algún día verbalizar mis palabras, poder crear un cambio en él, pero no pude... no puedo. Y para qué he de intentar si siento que ya he fallado, que no podré.

Y poco a poco te convertiste en mi veintiséis y nuestra verdad me tumbó cual lunes, siento que solo conoces la verdadera decepción cuando has visto los ojos de la esperanza, yo la había visto tantas veces, contigo, en ti. Quería convertirme en las razones de sonrisas, en un -por ella soy mejor- en las manos confiables, la mirada retadora pero segura, en aquellos brazos que te daban paz... en cambio me encontré ahí, frente a un papel y millones de ideas, peleando con las palabras que según yo te harían volver y estas que estoy escribiendo, las mismas que son para decir adiós. Quería decirle tantas cosas pero no puedo mentirle, no a ella, no a mí. Entonces terminé siendo todo lo indicado en la persona incorrecta para ti y terminaste siendo todo lo erróneo en la persona que quería, terminaste convirtiéndote con tus imperfecciones en la pizca de variedad que quería en mi vida. Aunque no sé bien si la necesitaba, si la he de necesitar.

Ahora más que perdida en los días me quedé atascada en ese lunes a la una de la mañana, en la transición entre domingo y lunes; necesito salir; salir corriendo si es posible porque no puedo más con la esperanza de aquel domingo que hace que cada tanto, el lunes desgarrador me golpee. No puedo con el fracaso que estoy siendo en mi intento de cambiar la forma en la que miras, en la que vives, por una más feliz, por alguien mejor. Y aunque no sé si lo mejor será decir adiós, salir corriendo... necesito huir, porque necesito que sea martes y no estás haciendo eso para mí. Me estás atando justo en la línea entre los recuerdos y el adiós.

Entonces por el momento decidí dejarlo así, decidí dejar de escribir cosas tristes, dejarte de escribir y en vez de mentir sobre lo que eres, contar lo que fuiste, lo que eras. Aquella historia de aquel niño que me cambió la vida con unas manos un tanto provocadoras, unos brazos que me hicieron pertenecer y una mirada intrigante, puedo contar como no quise dejarte ir, como fuiste esa persona a la cual me aferraba en cada abrazo, la cual no quise soltar jamás; esa que no recitaba poemas pero que sus palabras de alguna forma lograban sacarme de sitio, volverme loca. Pero no me pidas que me quede, porque no has de cambiar y para mi sigue siendo domingo, cuando en realidad es lunes, puesto que es de madrugada, comienzo a desvariar y yo solo quiero volver al sábado, pero el día siguiente no es sábado, es martes... y de alguna forma yo necesito salir corriendo. 


Wednesday, January 22, 2014

-How do you say goodbye to someone you can't imagine living without?-

Hace varios jueves que lo espero; hace ya algún tiempo estas palabras se han armado en mi cabeza. Era un domingo, ya sabes, uno de esos, de recuerdos, estoy cansada y esas palabras que llevan tiempo en mí se han plantado cual discurso en mi mente, últimamente lo había ensayado tanto. 

Domingo de recuerdos, y estos me invaden desde que abro los ojos y me acompañan hasta que vuelvo a la cama, no has llegado, y las palabras siguen merodeando por mi mente, son precisas, son cortantes, son sinceras, son verdades. Me miro en el espejo e intento poner mi mejor sonrisa puesto que me convenzo de que será la última vez que vas a verle. Estaba tan lista para abandonarle, sí, a él y a tantas cosas aquel domingo, a tantos recuerdos que acompañarían a los domingos siguientes.  

Estaba lista, él no había llegado, un raro nerviosismo recorría mi cuerpo y al encontrarme con sus ojos, esos que ya casi no puedo mirar -no se siente bien-, mi mente se paraliza, se queda muda, se queda en blanco. He olvidado las palabras y al verte me doy cuenta de mis miedos, del temor, de lo aterrada que estoy de perderte, de dejarte ir. Al verte hago certeza mis dudas, no te quiero dejar ir. Caminamos, me doy cuenta, ya tu presencia no me llena y es que estamos tan contaminados, tan llenos del ayer, siento que un futuro con tu presencia depara lágrimas sin embargo en tus brazos me doy cuenta que creo que pertenezco a ese lugar o por lo menos es ahí donde quiero estar, en tus brazos me doy cuenta que no quiero decir adiós, no quiero dejarte ir. 

Ha llegado el momento y mis palabras se volvieron cobardes o incluso indignas; ya no son suficientes, pero tampoco yo lo soy, ya no. He perdido mis palabras, no las encuentro, creo que ellas como yo tienen tanto miedo de decirte adiós, no están listas, no parecen estarlo. Mis lágrimas por el contrario, no esperan palabras, no piden permiso, derraman la decepción causada, es domingo y las lágrimas de hoy, son las mismas de ayer mas con un sabor a miedo añadido. Me doy cuenta que tengo un discurso guardado que no quiero decir y una persona importante (al menos para mí) a la cual no quiero dejar. También me doy cuenta la paradoja que significamos, la que se nos presenta entre palabras cortantes y lágrimas descarriadas; entre abrazos llenos de calma y una presencia con voz vacía. 

Es momento de decir adiós, está de más decir que no quiero, saco fuerzas de donde no tengo; me miento diciéndome que es lo que quiero y digo adiós. Hoy es lunes y es nuestro, es lunes y sigo escribiendo para ti, pero me doy cuenta que no soy tan fuerte, que no puedo seguir, no puedo con lo que se viene, que tus palabras no me llenan y tus acciones me hacen daño. Es lunes y me doy cuenta que solo estamos postergando la costumbre, que todo lo que nos hacemos es daño y ahora que no te tengo empiezo a pensar que cuando estabas aquí era feliz, ahora que te voy perdiendo empiezo a entender que en realidad nunca te tuve, que no volverás a mí.

Monday, January 6, 2014

-esperando un viernes que nunca llegó y nunca llegará-

Es jueves y llueve, prometiste estar aquí mañana, prometiste que los viernes siempre serían nuestros... y aquí me encuentro. Algún anciano si mal no recuerdo llegó a mencionar que mi mirada ya no tiene brillo y que mi sonrisa se ha vuelto tan forzada, fingida. Me pregunto cuántos viernes llevo aquí, esperando, -esperándote-; esperando que cumplas tu promesa; esperando ver esos ojos llenos de brillo, tengo la esperanza de que quizá el brillo de tus ojos llegue a devolverle el brillo a mi vida, creo tener un vago recuerdo de cuando las cosas eran diferentes; cuando era yo quien intentaba ponerle color a tu vida; ser el rojo en tus pinturas; crear un amor azul, sabes cuánto odié nuestro púrpura. 

Me siento frente al muelle, ese al que le temías; ese al que he vuelto porque me recordaba a ti; ese que creó en ti tantas inseguridades ¿lo recuerdas? Aquel que te provocaba un desasosiego incontrolable, tal vez sea un poco vano de mi parte, pero aquí me sentía tan grande e importante para ti, me sentí tu salvavidas; dependías de mí como si se te fuese la vida en ello; tratando de salvar algo tan importante; tratando de superar juntos nuestros miedos, jamás mencioné el mío, pero traerte aquí me ayudaba un poco a enfrentar el miedo a perderte, qué ilusa fui, tratando de enfrentar tu partida junto a ti. He vuelto porque quizá entre tanta intranquilidad vuelva a encontrarte, vuelva a encontrarnos y repito esa canción en el fondo de mi mente, esa que tanto te gustaba, no sé bien si es porque está asociada a ti pero me parece oírle en todas partes, parezco encontrarte en todos lados, estoy demente lo sé, no sales de mi mente y esa canción me persigue dondequiera que vaya, se ha vuelto la alarma de mis mañanas; el desvelo de mis noches; la melodía de mi mente; la voz de mi conciencia y hasta el cantar de las aves, las mismas que nunca escuchaba y ahora se posan en mi ventana solo para hablarme de ti.

Juntos el mundo parecía reír, contigo sentía que volaba y a veces la idea de perderte llegaba a mí y lograba cambiar mi día; controlarme; enloquecerme. Recuerdo haber corrido y buscar algún lugar donde refugiarme, creí que quizá encerrada en algún lado pudiera huir de esa idea, jamás quise enfrentarla, incluso enfrentándola no me siento preparada para ella. Luchaba por mantener esa idea alejada, apartada, excluida, ahora ella sale todos los días a relucir con un dolor impresionante, casi palpable podría decirse. Aun estando contigo esta idea salía a flote, aun cuando eran tus brazos los que me acompañaban, espero que ahora lo entiendas, mis ganas de abrazarte fuerte, de no soltarte nunca, yo solo quería crear suficientes recuerdos, yo solo quería tener suficiente de ti, me convenció rotundamente la idea de que el cariño para llevar sería lo correcto –para llevar- ese para llevar que ahora me atormenta, pensé que si tenía suficiente de ti en un momento el día que no pudiera escucharte jamás llegaría a olvidar tu voz. 

Qué tonta fui, hoy me doy cuenta, cavé mi propia tumba, hoy me doy cuenta, no sé si me arrepienta. Ahora lo entiendo, no es lo mismo. No sentir nada fue la gloria, sentir vacío es solo un invierno sin abrigo y prolongado, sentir que me falta algo, que me faltas tú, pero no me miento, tú quizá no lo sientes, tú quizá no puedes verlo. Cariño para llevar, lo pienso y me río irónicamente, cariño para llorar debió llamarse.

No sé cómo escapar de tu recuerdo, sigo huyendo y corriendo y corriendo y corriendo y adivina qué, termino en él, en ese muelle que me recuerda a ti; ese jueves que espera al viernes porque quiere que vuelvas, porque te necesito; ese poema que está guardando, aun después de haber sido quemado está guardando en el rincón de mi mente que piensa en ti, que guarda tus recuerdos, tus detalles, que guarda el olor de tu cabello, que sigue sosteniendo tu mirada. Prometiste que eran nuestros y no sé cuánto tiempo ha pasado, pero sigo creyendo desesperadamente porque necesito tener algo en que creer, porque dentro de mí necesito seguir creyéndote, porque aun cuando tus palabras nunca me dieron sosiego porque pocas veces se convirtieron en acciones, necesito seguir teniendo algo que me hable de ti. 

Friday, January 3, 2014

-palabras descarriadas-

Pasé tanto tiempo midiendo mis palabras para que fueran dignas para ti, pensando en no decir demasiado, no mostrar demasiado para poder llegar a ti, medir cada una de ellas porque no quería describirte de manera errónea, no quería herirte demasiado con mi impresión de ti, quería que tú notaras que para mí… para mí eras perfecto.  Pero ahora solo tengo estas ganas de llorar que permanecen conmigo y me abruman cuando estoy sola, ese nudo en la garganta que es solo un cúmulo de palabras y emociones que intenté callar y no puedo seguir midiendo las palabras, porque no importa si son dignas o hirientes, ellas nunca, van a llegar a ti, hasta ahora no lo han hecho.


Entonces qué tal si en vez de callarme y sentir te empiezo a hablar con sentimiento, empiezo a hablarte sin puntos, sin medidas, sin medir palabras, ya que ellas no tendrán reacción alguna en ti. Qué tal si coloco la honestidad en la punta de mis dedos y la sinceridad en la tinta de aquel bolígrafo con el que escribo  cada uno de los poemas y las cartas que van dirigidas a ti, que te pertenece ¿Lo ves? La carencia de puntos, es porque mis palabras se están atropellando en el intento por salir, palabras que tienen miedo de que no haya una próxima vez, palabras que tienen miedo de ser censuradas por tu voz, por tus palabras, pero qué tontas palabras, aun buscando hacerte sentir, aun buscando explicarte, palabras que si no las escuchas quieren gritarte, gritarte cosas hirientes para poder alejarse, palabras que están heridas porque no las tomas en cuenta, porque no les das la atención debida (las que ellas creen que deberían merecer), palabras envidiosas de las tuyas que no tienen medida que solo salen de tus labios para crear heridas para formar más palabras que a alguien hieren pero que no tienen escape, que para ellas no hay salida. Mis palabras que solo buscan si bien las ames o las odies, mis palabras que quieren ser medidas extremistas porque mis sentimientos gritan. Mis palabras que ya solo saben escupir sobre tu nombre, mis palabras dolidas que solo quieren demandar tu partida.