Agosto 21: 421.
Aquella madrugada me resigne a
pensar, posando mis ojos en la ventana a la espera de aquel sol radiante,
mientras mi mente divagaba pensando en ti, en mí, en nosotros… a veces no sé
siquiera si eso existe. Sabes, lo malo de las madrugadas es que no hay
pensamientos lindos, no te quedas con la sonrisa con la que te vas a dormir
después de trancar el teléfono y esbozar unas buenas noches, lo malo de las
madrugadas desoladas es que hay dolor.
Cuando hay dolor los buenos
momentos solo se recorren con nostalgia, cuando hay dolor la nostalgia no se
aparece por mi cama, ella simplemente pasa de largo, cuando hay dolor las
noches similares a estas me arropan en mi soledad, recordándome una y otra vez
que esto solo es mi responsabilidad, que aquella noche, la que fue igual a
esta, pude evitarme esta noche simplemente dejándote atrás, pero así como esa
noche quizá sea esta y tal vez no lo haga y una vez más buscaré en mi blog
aquel poema que no importa si lo escribí tres años atrás, se sentirá igual.
Sé que vivo de palabras y sé que
quizás las mismas no sean siempre buenas, considero tal vez que esta carta
duela, pero es la única forma de liberar este dolor, también sé que cuando
estás triste o molesto las palabras simplemente salen porque pocas veces la
felicidad puede ponerse en palabras, sobre todo porque es algo que no estamos
muy acostumbrados a sentir, otro día quizá uno como ayer, pudiste preguntarme
que es la felicidad y mi respuesta hubiera sido clara y sencilla, de esos monosílabos
que sé que no te gustan pero creo que este te agradaría… qué es la felicidad –tú-
Me siento en mi cama y abro la
ventana, sigue siendo oscuro y no consigo ver el asteroide B612, sé que es
pequeño pero pensé que cuando las cosas eran significativas de alguna manera u
otra conseguías verlas, te preguntarás por qué quiero encontrar un asteroide
del que seguramente nunca has oído hablar, lo cierto es que esta carta –o como
quiera que se pueda llamar- está siendo escrita con la esperanza de un zorro
domesticado quien pasada las 4 sigue esperando a su dueño, lo sé, soy un zorro
muy tonto pero solo eso soy y ya no sé cómo volver a lo de antes.
Aquella noche lluviosa de julio,
no hubo perros, ni olvidos, ni una pregunta que nos mantuviera claros, tampoco
hubo metáforas que alguno de los dos supiera interpretar, sin embargo, ambos
siempre supimos de que hablábamos y sí, en el momento también nos hicimos los
locos. Lo cierto es que aquella vez como hoy quizá nos encontramos al borde del
precipicio, el problema no era que estuviéramos tan cerca, el problema fue todo
lo que nos llevó ahí, si algún día te dedicaras a leer entre líneas te dieras
cuenta que a veces no quiero lanzarme pero necesito ver al menos una vez al mes
la forma en la cual tus ojos me gritan que me quede porque son las únicas palabras
que llenan que obtengo de ti, sí también sé eso, quizá siempre leas entre líneas
pero sea otra de las cosas por las cual te haces el loco, mas, me gusta pensar
que no lo has descubierto, déjame por hoy fantasear con la idea. ¿Te has
preguntado si algún día será diferente? Tal vez tus ojos ya no me convenzan, tu
mano llegue demasiado tarde, mis pies estén hartos de ti y hayan echado a
correr y en el mejor de los casos no habrá borde donde estar, tal vez un día
será diferente, me repito porque necesito convencerme, quizá así logre dormir.
Pero la realidad es que nosotros
nunca corremos marcha atrás, nosotros solo abandonamos el borde por unos
segundos y lo más lejos que hemos estado han sido centímetros, pero justo
cuando alcanzaremos el primer metro decides correr hacia delante otra vez,
recuerdas cuando me decías que era por lo excitante de la adrenalina y más
tarde descubrí que era tu miedo quien decía que estabas demasiado lejos
entonces si estás demasiado lejos cuando duela no podrás huir, ya no sé cómo
decirle que conmigo él no debería existir, tu miedo, pero está tan aferrado a
ti… no se da cuenta que ya con el mío basta y sobra para los dos. Tampoco sé si
es que utilizo el miedo como excusa pero la verdad no soy lo suficientemente
importante, no deseas mantenerme segura y sé que no hay manera correcta de amar
pero escogimos la más retorcida posible, quizá no soy importante o quizá nos
olvidamos tanto de lo que verdaderamente era amar o ser amados que aquí
estamos, demostrando el amor al borde de un abismo.
Aquella noche de julio me quedé
pensando que si el final se acercaba era mejor sorprenderlo yo, desde entonces
cada vez que veo que una grieta entre nosotros se abre decido dar un paso más
hacia el borde, sé que es un poco tonto, pero siempre he preferido lanzarme por
mi misma que ser lanzada, tener el coraje para hacerlo y la satisfacción de que
fuiste tú por tu propia cuenta. Sin embargo
debo admitir que me duele un montón que no vayas ni a darte cuenta. Siempre desde
que te conocí nuestra amistad se ha basado en una carta de despedida sobre la
mesa y un pie en el aire listo para saltar, una lista de todas las cosas que
hacemos mal y otra de esas que esperamos y nunca se han de hacer, un montón de
sueños enumerados y unas cuantas fantasías por cumplir juntos, suena lindo,
pero todas estas son listas de cosas que no hacemos, cosas por hacer y en el
peor de los casos la única hecha son puntos detallados en los que hemos fallado
con adjetivos súper descriptivos de todo aquello que con la rabia de por medio
somos. Escucho rosas una canción de la oreja de van Gogh pero tú no debes saber
cuál es, incluso aquí empezamos a ser tan distintos… y me doy cuenta que es
cierto hay una carta que espero y una flor que nunca llegó, están tantos besos
que no dicen nada, sin embargo siento que pueden convencerme… pero de qué valen
todos los recursos para quien no los quiere utilizar, no sirve de nada el
conocimiento para quien no lo emplea, dicen… tal vez no soy lo suficientemente
importante para que los uses a tu favor o simplemente son cosas que no están en
ti.
Aquel día en el que te conocí, también
aprendí a manejar y no quiero, me niego a que ese día sea de cosas destinadas a
no olvidar si es que la situación será siempre con la mente siempre pensando en
saltar del balcón, es jueves y sabes que falta un día para esperarte, aunque sé
que no lo recuerdas, pero una vez prometiste que los viernes serian nuestros y
desde entonces te espero pero no recuerdo la estación y no hay tren que me
lleve a ti, ya no hay plaza que lleve el nombre de nuestro amor, ese que nunca existió
y el grupo que cantaba nuestra canción se disolvió y somos la historia más común
pero no hay quien hable de nosotros sino yo, no hay palabras lindas, no hay
cartas más que una sección de poemas por mes en mi blog y no hay flores que
entre sus colores y aromas puedan
disipar tanta decepción, es que ya no hay manera… ahí en el mueble que nunca
detallaste detrás de la foto de la persona que más quiero hay un globo de helio
y nos imagino, imagino nuestros problemas siendo un globo de helio y desearía que
pudiera ser así, sin importar cuanto me gustaba aquel globo, no me pude aferrar
a él para siempre, la misma noche tuve que dormir y decidí soltarlo, pero
nosotros no somos aquella niña que tenía sueño porque eran las 10 y
evidentemente nuestros problemas tampoco son un globo de helio, somos dos
personas que se creen inequívocas, invictas en el arte de vivir, en posiciones
tan distintas, en el mismo precipicio pero yo tengo tantas ganas de caer. ¿Lo
ves? El parecido de esta con todas las demás, sé que suena a despedida, por qué
no habría de serlo, quizá estás tan disperso en tus pensamientos que sea hora
de soltar.
Esta noche cuando estaba a punto
de saltar busqué en ti esa mirada, pero no encontré aquel miedo que se aferra
al pie que sigue en el borde como si este fuera su última esperanza y me di
cuenta que en el momento en el que los dos pies se encuentren en el aire la
primera persona de la fila de atrás pasará a llenar mi lugar y no sé si quiero
eso, no sé tampoco si quiero ocupar un puesto que sea reemplazable, sigo viendo
la ventana en espera del sol y mis lágrimas son reprimidas por el orgullo quien
se ha vuelto esta noche el dictador de mi cuerpo, confesándome atormentado y
con miedo que está cansado y que ya está bueno, que las lágrimas hacen lo que
quieren con él y ya no puede permitirse que le pasen por encima, me rio de él
porque en el fondo sé que ellas triunfaran, puesto que ya no importa que tan
feliz sea o que tan dócil, tampoco importa si me vuelvo más risueña por –para-
ti, ya no importa cuántas características propias coleccione, y tampoco importa
lo bueno que intente recolectar de los cadáveres del fondo o de las chicas de
atrás, mi lugar contigo siempre será el riesgo, la adrenalina, el borde y quizá
hoy sea una de esas noches donde por fin me decida tirar.
No sé si esta carta es de
despedida pero siempre me ha gustado decirlo
-au revoir-
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