9:00 am
El
aroma del café logra despertarme pero últimamente me doy cuenta que no es
igual… si, el olor, no es lo mismo que aquella mañana, en aquella cama
de sábanas blancas, sí, esas donde jugábamos con nuestra imaginación. En el hotel
decían que era la noche más fría del año, sin embargo, no hay nada más frío que
estos treinta y dos grados lejos de ti y por lejos no me refiero a kilómetros...
no hablo de esa distancia.
Aun en el día más frío el
calor de tu sonrisa calentaba mi cuerpo, aunque ya no mis recuerdos, y en estos “Maracaibo, Party Cloudy, 28°” desearía
volver a ese momento, volver contigo. A veces incluso afuera, la
terraza se siente más fría que aquel noviembre con –2.
Hoy alguien se atrevió a preguntar
lo que ambos disque por decencia no nos habíamos atrevido a preguntarnos,
encararnos y preguntar –qué pasó- o nos pasó, por supuesto desvié la mirada y ninguno de
los dos fue capaz de responder que fuimos tan cobardes que no pudimos
apostarle a nuestro amor.
Durante el camino reíamos y juro
que en días como hoy en tus manos puedo sentir aquellas caricias que
hicieron que el para siempre tenga sentido y jamás podré olvidar los labios que
me enseñaron que cobarde no es solo quien no intenta sino quien deja las cosas
a mitad de camino, y sí, hablo de mí, de ti, de nosotros.
Cada noche cuando al tocar la cama
no estoy tan casada como para dejarte ir, quizá una noche como la de hoy, recuerdo tus risas y tus besos en las mejillas que aunque antes lo fueron todo hoy, ya no bastan, recuerdo también como entre abrazos juraste nunca dejarme ir. Hoy andamos caminos diferentes y un nosotros está prohibido, dicen que le hacemos tanto daño al mundo, claro, nadie nunca pensó en nosotros, ni siquiera yo y debo confesar que ya no sé si el camino es más difícil sin tenerte cerca o con la lejanía de tenerte aquí sin poder tocarte.
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