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Monday, January 6, 2014

-esperando un viernes que nunca llegó y nunca llegará-

Es jueves y llueve, prometiste estar aquí mañana, prometiste que los viernes siempre serían nuestros... y aquí me encuentro. Algún anciano si mal no recuerdo llegó a mencionar que mi mirada ya no tiene brillo y que mi sonrisa se ha vuelto tan forzada, fingida. Me pregunto cuántos viernes llevo aquí, esperando, -esperándote-; esperando que cumplas tu promesa; esperando ver esos ojos llenos de brillo, tengo la esperanza de que quizá el brillo de tus ojos llegue a devolverle el brillo a mi vida, creo tener un vago recuerdo de cuando las cosas eran diferentes; cuando era yo quien intentaba ponerle color a tu vida; ser el rojo en tus pinturas; crear un amor azul, sabes cuánto odié nuestro púrpura. 

Me siento frente al muelle, ese al que le temías; ese al que he vuelto porque me recordaba a ti; ese que creó en ti tantas inseguridades ¿lo recuerdas? Aquel que te provocaba un desasosiego incontrolable, tal vez sea un poco vano de mi parte, pero aquí me sentía tan grande e importante para ti, me sentí tu salvavidas; dependías de mí como si se te fuese la vida en ello; tratando de salvar algo tan importante; tratando de superar juntos nuestros miedos, jamás mencioné el mío, pero traerte aquí me ayudaba un poco a enfrentar el miedo a perderte, qué ilusa fui, tratando de enfrentar tu partida junto a ti. He vuelto porque quizá entre tanta intranquilidad vuelva a encontrarte, vuelva a encontrarnos y repito esa canción en el fondo de mi mente, esa que tanto te gustaba, no sé bien si es porque está asociada a ti pero me parece oírle en todas partes, parezco encontrarte en todos lados, estoy demente lo sé, no sales de mi mente y esa canción me persigue dondequiera que vaya, se ha vuelto la alarma de mis mañanas; el desvelo de mis noches; la melodía de mi mente; la voz de mi conciencia y hasta el cantar de las aves, las mismas que nunca escuchaba y ahora se posan en mi ventana solo para hablarme de ti.

Juntos el mundo parecía reír, contigo sentía que volaba y a veces la idea de perderte llegaba a mí y lograba cambiar mi día; controlarme; enloquecerme. Recuerdo haber corrido y buscar algún lugar donde refugiarme, creí que quizá encerrada en algún lado pudiera huir de esa idea, jamás quise enfrentarla, incluso enfrentándola no me siento preparada para ella. Luchaba por mantener esa idea alejada, apartada, excluida, ahora ella sale todos los días a relucir con un dolor impresionante, casi palpable podría decirse. Aun estando contigo esta idea salía a flote, aun cuando eran tus brazos los que me acompañaban, espero que ahora lo entiendas, mis ganas de abrazarte fuerte, de no soltarte nunca, yo solo quería crear suficientes recuerdos, yo solo quería tener suficiente de ti, me convenció rotundamente la idea de que el cariño para llevar sería lo correcto –para llevar- ese para llevar que ahora me atormenta, pensé que si tenía suficiente de ti en un momento el día que no pudiera escucharte jamás llegaría a olvidar tu voz. 

Qué tonta fui, hoy me doy cuenta, cavé mi propia tumba, hoy me doy cuenta, no sé si me arrepienta. Ahora lo entiendo, no es lo mismo. No sentir nada fue la gloria, sentir vacío es solo un invierno sin abrigo y prolongado, sentir que me falta algo, que me faltas tú, pero no me miento, tú quizá no lo sientes, tú quizá no puedes verlo. Cariño para llevar, lo pienso y me río irónicamente, cariño para llorar debió llamarse.

No sé cómo escapar de tu recuerdo, sigo huyendo y corriendo y corriendo y corriendo y adivina qué, termino en él, en ese muelle que me recuerda a ti; ese jueves que espera al viernes porque quiere que vuelvas, porque te necesito; ese poema que está guardando, aun después de haber sido quemado está guardando en el rincón de mi mente que piensa en ti, que guarda tus recuerdos, tus detalles, que guarda el olor de tu cabello, que sigue sosteniendo tu mirada. Prometiste que eran nuestros y no sé cuánto tiempo ha pasado, pero sigo creyendo desesperadamente porque necesito tener algo en que creer, porque dentro de mí necesito seguir creyéndote, porque aun cuando tus palabras nunca me dieron sosiego porque pocas veces se convirtieron en acciones, necesito seguir teniendo algo que me hable de ti. 

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