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Monday, March 24, 2014

-la chica de aquel nombre que dejé en la servilleta-

Esa noche buscaba algún lugar para distraerme, escapar de mi mente quizá. Fui a aquel parque, pero ahí, ni contigo ni sin ti pude escapar de tantos recuerdos. Me pasaba los días tratando de escapar de la idea de lo que nunca llegamos a ser, aquello que tanto quise.

Esa noche decidí que no quería tomar más trenes, pues no quería verme frente a una pizarra llena de horarios escogiendo mi próximo destino, pensando que en algún lugar del planeta...lejos de ti, puedo escapar de mi mente y tus recuerdos. Entonces esa noche caminé un poco, pensé que tal vez el aire de la noche, la brisa, el olor neutro, me haría bien.

Fue un listón rojo el cual me permitió conocer a esta persona que tras una noche, todavía pasa por mi mente, si me lo hubieran dicho antes, jamás hubiese creído todo lo que un pedazo de tela roja podía hacer.

Viernes veinte, dijiste que era nuestro ¿lo recuerdas? Salí por un paseo para despejar mi mente, porque aunque llevaba viernes esperándote ese día algo me dijo que tenía que dejar de hacerlo, que no llegarías más, que estaba malgastando mi tiempo y así como se había ido mi sonrisa, se me podía ir la vida en ello. La brisa de la ciudad trajo conmigo la calma de mi alma y también este listón rojo que decidí perseguir porque pensé en aquella niña sobre la cual hace un tiempo había leído, como el rojo esa su color preferido y como su listón siempre lo llevaba consigo, pensé en la niña y decidí ir tras él porque no quería que los sueños de alguien más se desvanecieran, no quería que alguien más perdiera algo importante. 

Terminé corriendo detrás de aquel pedacito de cinta rojo, la gente me observaba como si estuviera loca, pero no me importaba, decidí correr detrás de aquella cinta porque por tanto tiempo fuiste ese rojo que tanto me gustaba y decidía llevar siempre, porque me hubiera gustado que alguien corriera detrás de ti para traerte de nuevo a mi encuentro, pero nadie lo hizo y terminé corriendo por ti y a la misma vez lejos de ti, terminé corriendo lejos de lo nuestro, terminé encontrando mi mente o despejándola, que hoy esas palabras parecen ser sinónimos en mi vida.

La cinta se enredó en la manilla de una puerta y mientras intentaba desenredarla una chica algo peculiar abrió la misma, debo confesar que en los ojos de esta chica encontré tantas de mis inseguridades, y de alguna manera su mirada me dejó congelada en el momento, su mirada me hizo sentir que había hecho mal persiguiendo el listón, de nuevo, pensé en ti.

Ella pareció darse cuenta de mi incomodidad y me invitó a pasar a aquel local, que para mí sorpresa terminó siendo todo lo que estaba buscando. Ella señalando la cinta murmuró -parece ser algo muy importante para ti- no quise mencionarle que no era mía o que era importante, después de todo ella tenía razón, era algo importante.

En sus ojos me di cuenta de todo lo que trataba de ocultar, las inseguridades que la rodeaban y la elegante manera como se movía solo para distraerlas, me di cuenta también que cargaba con un secreto algo grande, han pasado meses y me sigo preguntando cuál sería, y cómo ciertas cosas que callamos pueden atormentar tanto a personas que solo con miradas han hecho la mejor versión de nosotros mismos.

Tras varias copas, algo de extraña música, discusiones de poesía, ciertas sonrisas y sus peculiares y grandes ojos tratando de examinarme, descubrirme y analizarme, tras esa mirada confusa... decidí irme a casa, decidí que había pensado lo suficiente en ti, en los dos, en mí... caminé hacía la puerta simulando conocer la salida, dejé el nombre de este poema en la servilleta adyacente a su copa y me marché con el listón.

Tras cruzar la puerta de aquel local y pisar la calle descubrí que su color favorito era el rojo y que había perdido aquel listón para el cabello (que a veces usaba en la muñeca) que siempre llevaba consigo. Hace más de cuatro meses que me marché y aún sigo pensando en la chica peculiar que nunca dijo nada y dejó que me marchara con algo que para ella era importante. Llevo cuatro meses buscándole en lugares rojos, en locales diferentes, en tiendas de discos de antaño porque desde aquella noche no he vuelto a encontrarme, al menos no de esa manera. 

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