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Monday, March 10, 2014

-garabatos de la madrugada-

Es de noche, hace frío y las inseguridades se han vuelto tajantes. Tus luces brillantes solo lograron nublar mi vista por instantes, momentos quizá… Distanciarme, si se quiere, pero estas no se llevan aquellos pensamientos que durante tanto tiempo te dedicaste a sembrar. Vislumbro tu nombre por períodos y logro recordar aquellos labios rojos que más que míos fueron siempre tuyos, y aquel deseo constante de posarse en los de aquel -en ese entonces- igual,  deseo que ahora que puedo y no debo solo los mantiene inertes. Inertes a la espera de tus besos para volver, volver a esbozar sonrisas, articular palabras por su cuenta, en fin, volver a la vida.

Recuerdo también aquel día que dije era nuestro, aquella fecha que por nombre lleva una canción y miles de fantasía contenidas, que se perdieron en el camino y a veces puedes verlas desoladas, como dejadas a la deriva. Escribo miles de cartas cuyo único destinatario eres tú, esas que solo llevan tu nombre, fantasías y perdones. Por supuesto estas cartas, al igual que los poemas donde te olvido, quedan inconclusas. No por falta de imaginación o palabras sino más bien por escasez de realidad. Esa dónde vienes y tras acciones terminas las cartas y lees mis poemas en voz alta, con aquel orgullo característico del saber, de la certeza de que son escritos pensando en ti, sí, son escritos con tu nombre en la punta de mi pluma, en la cúspide de mi pensamiento.

Sigo viendo luces cegadoras, pero más allá de las luces; cuya única función es distraer, ya que no iluminan ni tu vida, ni la mía; veo una gran oscuridad que me acoge, que conozco, una oscuridad que me hace sentir en casa. Tras la oscuridad -o con ella- llega tu olor y el de tus perfumes, los cuales no me han abandonado en todo este tiempo, que me acompañan desde el momento en el que abro los ojos y pienso en ti, puesto a que te encargaste de sembrar inseguridades y recuerdos. Por esa pequeña ventana, te observo y no me observo, ya no estoy ahí, tú no me ves pero yo a ti sí, sigo observando camisas blancas con besos marcados y lencería negra en otra gente. Veo como sus perfumes se mezclan entre tus sábanas -donde mi perfume jamás estuvo- tratando de llenar un vacío, de aplacar una llama, de saciar a una persona insaciable. Hambrienta de duelo y soledad, pero solo ella puede dárselo, te ha costado tanto entender que eres tú el único dueño de tu felicidad, el encargado de encender aquella llama, esta que por tanto tiempo has estado buscando.

Decido garabatear un poco más, entre siluetas y fantasías atreverme por momentos a decir lo que en verdad quiero. Finalmente se acerca el amanecer y la madrugada se ha vuelto tan fría. Me alejo de aquella ventana, ahora tuya, y corro a mi cama. Sabes que me gusta cerrar los ojos mientras aún hay oscuridad. Me meto en la cama y observo mi diario y por hoy me permito apagar o apartar tus luces. Fantaseo y garabateo un poco más, cierro el diario y mis ojos, aspiro por última vez aquel olor tan peculiar que sé que solo te pertenece a ti. Me permito creer que eres tú, enciendo mis luces que distraen a la tristeza y me tumbo decidida a olvidar.

1, 2, 3 - suena tu canción.
4, 5, 6 - alguien trajo tu olor…
7, 8, 9 - las inseguridades hablan de ti

-10- cerré los ojos y me permití olvidar que alguna vez te quise aquí.

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