Querida
nena
Te
escribo como diría tú cantante preferido, desde los centros de mi propia
existencia; desde lo más profundo de mis palabras y de mi dolor; desde la
oscuridad más abismal: el fondo de mis pensamientos. Donde no existe el aire y
no llega la luz, donde se guardan mis aspiraciones y mis grandes miedos.
Te
escribo a ti porque sé que eres la única que va a entenderme, a ti que aunque
no quieras hacerlo lo haces. A ti que me conoces como nadie porque ambas hemos
estado en la misma oscuridad, a ti, antes de que la realidad te vuelva más
estoica, a ti que aun te queda tanto mundo por recorrer (te). A ti que
necesitas ser salvada antes de que termines de destruirte, antes de que vayas
en tu contra.
No
hay atajos, ni respuestas sencillas nena, el camino no es fácil y solo tú puedes
recorrerlo, pero no es eterno, ni imposible. Sé que piensas que repito esto
como manera de darte aliento, otro cliché más dirás, pero lo logré nena, salí
de ese pozo que parecía no tener fondo y hoy vengo a contarte cómo, pero antes,
antes debo llegar a ti.
La
primavera parece acabar y con ella acaban las lluvias y llega el verano, el sol
radiante después de tanto frío de invierno y tantas lluvias de primavera,
golpea tu puerta, pero para ti aquellos rayos de sol brillante solo son un día
más en el invierno de tu soledad, en tu propia oscuridad. Todo esto solo lo
sabes tú, y ahora yo.
Tú
que te acobijas con el llanto y la soledad cada noche, en la plegaria
permanente del querer que cese. Tú que debes ponerte la sonrisa que tanto te
cuesta mantener, el disfraz ante quienes esperan tu caída porque guardan la satisfacción
de un te lo dije. Y mientras tanto qué…
Mientras
tanto tras esa sonrisa te vas consumiendo, entre recuerdos y mañanas, entre
llantos y esperanzas, entre un amor que se mantiene por la falta de amor propio
en estado de necesidad, con la certeza de que no será mejor pero la viva
ilusión de que algún día lo será. Entre lo paradójico y lo irreversible.
Y es
que te entregaste sin medida a los primeros ojos que se posaron en ti, mirándote
como tú nunca te has podido mirar, valiéndose de tus inseguridades para
encontrar las palabras perfectas.
Te
convences de que funcionará. Total…eres perfecta en el papel de actriz, lo has
hecho toda tu vida. Ignoras las noches de llanto e incluso el ruego por un
mañana mejor, vas idealizando cada beso, cada palabra, cada momento y de a poco
le eres infiel a tus principios y con ellos a ti misma. Haces caso omiso a tu
instinto y a la intranquilidad que desde hace tanto no sentías pero que día a
día se volverá tu hogar.
No
podemos vivir de recuerdos rotos, ni de lo que no somos dijo alguien, sin saber
que desde el momento en el que pisaste esta tierra ya estabas respirando lo que
no eras, soñando con todo lo que podrías ser, basado en todo aquello que no
tuviste.
Y así
te vas poniendo en contra, en contra del mundo, en contra de vos nena, y vas
cediendo ante la locura sin saber que todo lo que te hace falta es amar (te).
Cada
vez te ves peor, la sonrisa ya no disimula el llanto. De personas pasamos a
culpar a meses y de meses a momentos. Los culpamos de nuestros estragos, de las
consecuencias que nuestra falta de amor propio ha hecho en nosotras mismas, y
encerrada en aquella verdad que nos limita (que no es más que una pequeña
distorsión) nos vamos cerrando… y no habrá amor en el mundo que logre abrirnos
si nos falta el nuestro nena.
Y me
pregunto ahora, como me pregunté en aquel momento, cómo es que no nos dimos
cuenta que para volar solo hacía falta aceptarnos.
Sé
que hay una caricia guardada en aquel hombre, después de varias horas (puede prolongarse
a días) de tortura. Sé también que se atesora aquella caricia de manera
inigualable, pidiendo que aquel momento nunca acabe. Pidiéndole a alguien que
por favor no sea peor.
Y
no es tu culpa nena, no es tu culpa… sé que hemos repetido esta frase
demasiadas veces, pero necesito que la entiendas. Alguna vez te has preguntado
¿cuántas caricias guardamos dentro nuestro? Caricias que esperan nuestro gentil
tacto para ser desbloqueadas, caricias que esperan tu atención para amarte. Pero
ahí estás, siendo roca en el mar, esperando a ser golpeada por la ola, dejando
de lado un amor infinito que solo tú puedes darte, mientras tanto, aquella ola
se lleva todo a su paso y deja solamente las migajas de un amor que según tú es
y sin embargo vives preguntándote si será.
Voy
viendo cómo te me pierdes nena, como cada día te metes más en tu disfraz, como
te vuelves experta en guerrear tu propia falta y aprendiendo a ocultar aquel
llanto que ya parece estar adherido a ti. Pero tras aquella sonrisa yo sé que
todo está mal. Porque nena algún día entenderás que no hay amor en el mundo que
pueda llenar el vacío que muestran nuestras acciones cuando no nos sabemos
amar, y despacito te lo digo, mediante esta carta, que depende de ti quitarle
la cortina a la ventana y que aquellos eternos inviernos se conviertan en ayer,
siempre y cuando al presente no le falte tu querer.
Y repite
aunque no creas, que algún día creerás, las siguientes palabras que en la noche
ayudarán.
-no
es tu culpa nena, no es tu culpa-
No comments:
Post a Comment