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Tuesday, December 10, 2013

-not good enough to be blue, not good enough to be yours-

A quién escribo…

He querido ser el rojo en tus pinturas durante tanto tiempo, colorear tu vida, dibujar sonrisas, aun si no soy la mejor artista, por ti, por ti lo intentaría, cual escritor dejar que mis versos fluyan y escriban tu historia, una linda, esa donde eres feliz, donde puedas dar lo mejor de ti y después de tanto, aunque duela aceptarlo, comprender… que yo, yo no figuro en esa historia, tu historia, que tras todo el trayecto recorrido, aunque quiera, tu felicidad no está conmigo, no, después de tanto, después de todo, no quiero buscar culpables, quiero tener esa madurez, quiero aceptarlo, quiero dejar de mentirme y verdaderamente comprender, quiero… dejarte ir ¿tal vez? Y ahí, en ese momento, en ese preciso instante, sentarme a observar, ser una espectadora, pero no una más, quiero ser esa, la que pone las marcas en el camino, la que trace las líneas, escriba el guion, la que más que dramas y tristezas, coloque risas y color, pintarle a tu sol una sonrisa y observar, observar desde afuera, para así buscar mi propia historia, mi aventura, donde en mi imaginación, en la mía, claro está, tú encajas perfectamente, esa que ha de quedar en sueños, en fantasías.

Entonces dejé de preguntarme qué hacía con tanto, dejé de ver fantasmas donde no los había, dejé de alterar la realidad, de aferrarme a tus recuerdos, esos recuerdos que me mantenían, porque me había aferrado tantísimo a esas fantasías, con una convicción increíble, con una ilusión tan ciega, cual moribundo aferrándose a la esperanza de la vida o a la ilusión de una luz, de un después. Riendo con ironía me doy cuenta, el daño que esa ilusión me hacía, me habías cegado tanto, convertiste mi rojo de advertencia en luces verdes, invertiste todas las señas y hoy por fin me acerco, hoy por fin creo que lo acepto, quiero dejar de fantasear, quiero dejar de preguntarme y continuar, quiero mis aventuras, mi propia historia, esa donde te dejo atrás, quiero que mueran los recuerdos ya consumidos, que se esfumen como aquel humo del cigarro que una vez, hace algún tiempo, dejaste encendido.

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