
Pero ya ni siquiera mi mente se permite fantasear de esa manera, es demasiado para el corazón, aparentemente -le hace mucho daño- mencionó algún señor experto en él.
Mis párpados se vuelven cada vez más pesados y voy cayendo, cayendo en un sueño que me lleva a ti, a nuestras fantasías y tus recuerdos. Me despierto alarmada dos y algo supongo, mis recuerdos son mentiras y un peso encima que en las madrugadas entra en mis sueños y abre mis ojos, verdades escondidas tras mentiras que ya no puedo soportar; en una almohada y quizá alguna sustancia encuentro paz, paz, paz… ya te expliqué lo que significaba para mí.
Y es que últimamente siento tanto que parezco no sentir; me callo como guardando mis palabras porque tengo miedo de que todas salgan corriendo y no las pueda recoger, peor aún, tengo miedo de no arrepentirme de estas palabras que salen de un sueño a las tres, esas que salen porque no han podido más, que salen buscando decisiones que tomar. Logro conciliar el sueño nuevamente, te olvido, pienso en ti.
Es de mañana y recuerdo; porqué guardé mis palabras; porqué decidí callarme y sentir; porqué cada vez que pienso en intentarlo digo que no y lo dejó así. Es de mañana mis ojos se abren y mi mente está alerta; recuerdo porqué tantas verdades llenan mis ojos de lágrimas y porqué ahora cada vez que quiero decir no digo que sí. Y pensando en lo mejor para los dos, dejando de lado todos nuestros sentimientos y aquel triste corazón. Callo mis sentimientos, abro los ojos, me levanto de la cama y las fantasías se desvanecen ante la realidad, aquella que me recuerda que debo dejar atrás cualquier futuro recuerdo de ti.
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